La comprobación de las varitas mágicas

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Capítulo 18

La comprobación de las varitas mágicas

Tabatha había regresado a su habitación, minutos después de haber discutido con Cedric. En el camino se había desviado para pasar por el baño y limpiarse el rostro. No quería que nadie la viese en ese estado.

Al ingresar a la Sala Común, aún seguía la celebración por Halloween y los alumnos de Gryffindor, intentaban hacer que ella se integrase, pero la pelirroja (muy amablemente), se negó. Una vez que Lavander y Parvati decidieron ir a dormir, Tabatha sintió sus cuchicheos y sus miradas indiscriminadas hacia ella. Había sido un día bastante complicado, como para seguir sumándole discusiones. La pelirroja se tapó hasta la cabeza con las sabanas y con un movimiento de su varita, cerró el dosel rojo de la cama.

Con los primeros rayos de sol, Tabatha se levantó. Su humor no había cambiado, sino que se había convertido en un revuelto de emociones: tristeza, en cuatro años jamás había tenido una discusión son Cedric. Ambos se llevaban de maravillas juntos. Rabia, ella misma quería encontrar a quién haya puesto su nombre y el de su hermano en el Cáliz. Impotencia, por no poder demostrarle al resto de la escuela (sin contar a algunos de Gryffindor) que ellos no querían participar. Soledad, porque había enviado una lechuza hacia Remus y él aún no había respondido. Con todo eso encima, bajó a desayunar.

Apenas pisó el Gran Comedor, recibió las intimidantes miradas de las mesas de Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw, incluyendo a los visitantes. Tabatha se vio tentada a retroceder y volver por donde había venido, pero Fred y George la obligaron a sentarse. El desayuno jamás había sido tan incómodo para ella. Por más que los miembros de su casa le dijesen que preferían tener a un Gryffindor como ganador. La mesa de los tejones murmuraba sobre ella y la trampa de Harry, diciendo que era injusto; que ellos solo querían acaparar atención y que Cedric era el verdadero campeón.

En esos momentos, se preguntaba dónde estaría Hermione. La respuesta llego, cuando alguien se sentó a su lado.

-Hola.-saludó la castaña, acomodándose la túnica.-Anoche no te escuché llegar.-comentó, tomando una tostada y untándola con mantequilla.-O llegué después de ti, no sé, no recuerdo.-soltó una risita nerviosa y le dio una leve mordida al pan.- ¿Has visto a Harry?-la pelirroja negó, manteniéndose en silencio.-Oh, ya veo.-Tabatha pudo haber resistido el horario del desayuno, de no haber sido por las tediosas miradas que le enviaban los de Slytherin, fomentadas por Snape. Chasqueando la lengua y sin terminar su comida, corrió hacia atrás el banco y se puso de pie como si tuviera un resorte.- ¡Tab!-exclamó Hermione, juntando algunas tostadas.- ¡Espérame!-la pelirroja no aminoró el paso, ni mucho menos se detuvo cuando vio pasar a su hermano a su lado.

Tabatha se abrió paso por el vestíbulo, sin mirar hacia atrás. Las lágrimas le escocían los ojos. Quería gritar, descargase con el primero que apareciese en su camino; hasta llegaría a golpearlo con tal de sacarse la angustia que llevaba encima.

Apenas se detuvo a la orilla del lago. Miró la cristalina superficie del agua y llegó a distinguir las pequeñas hondas que producía el calamar gigante. Se sentó en la hierba, con las rodillas al pecho y el mentón apoyada sobre ellas. Suspiró pesadamente, antes de dejarse caer contra el césped.

-Tranquila, tranquila.-se dijo a sí misma, extendiendo los brazos hacia los costados.-Tranquila, tranquila.-respiró hondo y cerró los ojos.-Tú sabes que no lo hiciste, tú lo sabes.-

-Bueno, estaba segura de que ustedes no se habían presentado.- declaró Hermione, llegando junto a Harry. Tabatha entre abrió los ojos.- ¡Si hubieran visto la cara que pusiste cuando Dumbledore leyó tu nombre, Harry! Pero la pregunta es: ¿quién lo hizo? Porque Moody tiene razón: no creo que ningún estudiante pudiera hacerlo...ninguno sería capaz de burlar el Cáliz de fuego, ni de traspasar la raya de...

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora