"El número 12 de Grimmauld Place"

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Capítulo 4

"El número 12 de Grimmauld Place"

-¿Qué es la Orden del...?-preguntó Harry.

-¡Aquí no, muchacho!-gruñó Moody.- ¡Espera a que estemos dentro!- le arrebató el trozo de pergamino y lo prendió fuego con la punta de la varita. Mientras las llamas devoraban el mensaje, que cayó flotando al suelo, Harry volvió a mirar las casas que había a su alrededor. Estaban delante del número 11; miró a la izquierda y vio el número 10; a la derecha, sin embargo, estaba el número 13.

-Ohm...-Tabatha se mordió el labio y siguió los ojos de su hermano.-Pero ¿dónde está...?-quiso preguntar, pero Remus la interrumpió.

-Piensen en lo que acaban de memorizar.-les recordó con serenidad.

Ambos cerraron los ojos y se obligaron a pensar en lo que habían leído y en cuanto recordaron las palabras escritas, una maltrecha puerta salió de la nada entre los números 11 y 13, de inmediato aparecieron unas sucias paredes y unas mugrientas ventanas. Era como si, de pronto, se hubiera inflado una casa más, empujando a las que tenía a ambos lados y apartándolas de su camino. Los mellizos estaban sorprendidos con lo que veían. El equipo de música del número once seguía sonando. Por lo visto, los muggles que había dentro no habían notado nada.

-Vamos, deprisa.-gruñó Moody, empujando a Harry por la espalda.

Los dos hermanos subieron los desgastados escalones de piedra sin apartar los ojos de la puerta que acababa de materializarse. La pintura negra estaba estropeada y arañada, y la aldaba de plata tenía forma de serpiente retorcida. No había cerradura ni buzón. Lupin sacó su varita y dio un golpe con ella en la puerta. Se oyeron unos fuertes ruidos metálicos y algo que sonaba como una cadena. La puerta se abrió con un chirrido.

-Entren rápido.-susurró Lupin.-Pero no se alejen demasiado y no toquen nada.

Cruzaron el umbral y se sumergieron en la casi total oscuridad del vestíbulo. Olía a humedad, a polvo y a algo podrido y dulzón; la casa tenía toda la pinta de ser un edificio abandonado. Miró hacia atrás y vio a los otros, que iban en fila detrás de él; Lupin y Tonks llevaban los baúles y la jaula de las lechuzas. Moody estaba de pie en el último escalón soltando las bolas de luz que el apagador había robado de las farolas: volvieron volando a sus bombillas y la plaza se iluminó, momentáneamente, con una luz naranja; entonces Moody entró renqueando en la casa y cerró la puerta, y la oscuridad del vestíbulo volvió a ser total.

-Por aquí...-les dio unos golpecitos en la cabeza a los mellizos con la varita; esta vez sintieron que algo caliente les goteaba por la espalda y comprendieron que el encantamiento desilusionador había terminado.-Ahora quédense todos quietos mientras pongo un poco de luz aquí dentro.-susurró Moody.

Se oyó un débil silbido, y entonces unas anticuadas lámparas de gas se encendieron en las paredes y proyectaron una luz, tenue y parpadeante, sobre el despegado papel pintado y sobre la raída alfombra de un largo y lúgubre vestíbulo, de cuyo techo colgaba una lámpara de cristal cubierta de telarañas y en cuyas paredes lucían retratos ennegrecidos por el tiempo que estaban torcidos. Tanto la lámpara como el candelabro, que había encima de una desvencijada mesa, tenían forma de serpiente.

Oyeron unos rápidos pasos y la señora Weasley, entró por una puerta que había al fondo del vestíbulo. Corrió a recibirlos con una sonrisa radiante, aunque Harry se fijó en que estaba mucho más pálida y delgada que la última vez que la había visto.

-¡Oh, chicos, cuánto me alegro de verlos!-susurró, y los estrujó con un fuerte abrazo; luego se separó un poco de ellos y los examinó con ojo crítico.- Están paliduchos.-comentó.-Necesitan engordar un poco, pero me temo que tendrán que esperar hasta la hora de la cena.-luego, dirigiéndose al grupo de magos volvió a susurrar con tono apremiante.- Acaba de llegar. La reunión ya ha comenzado.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora