Ojoloco Moody

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Capítulo 13:

Ojoloco Moody

A la mañana siguiente la tormenta se había ido a otra parte, aunque el techo del Gran Comedor seguía teniendo un aspecto muy triste. Durante el desayuno, unas nubes enormes de color gris peltre se arremolinaban sobre las cabezas de los alumnos, mientras los mellizos, Ron y Hermione examinaban sus nuevos horarios. Unos asientos más allá, Fred, George y Lee discurrían métodos mágicos de envejecerse y engañar al juez para poder participar en el Torneo de los tres magos.

-Hoy no está mal: fuera toda la mañana.-dijo Ron pasando el dedo por la columna del lunes de su horario.- Herbología con los de Hufflepuff y Cuidado de Criaturas Mágicas... ¡Maldita sea!, seguimos teniéndola con los de Slytherin...

-Y esta tarde dos horas de Adivinación.-se quejó Harry, observando el horario.

-Tendrían que haber abandonado esa asignatura como hice yo.-dijo Hermione con énfasis, untando mantequilla en la tostada.-De esa manera estudiaríais algo sensato como Aritmancia. Y todavía sigo preguntándome Tab, porque decidiste volver a tomar esas clases.-la pelirroja se encogió de hombros.

-Estás volviendo a comer, según veo.-señaló la chica Potter, mirando las generosas cantidades de mermelada que añadía su amiga a su tostada, encima de la mantequilla.

-He llegado a la conclusión de que hay mejores medios de hacer campaña por los derechos de los elfos.-repuso Hermione con altivez.

-Sí... y además tenías hambre.-comentó Ron, sonriendo.

De repente oyeron sobre ellos un batir de alas, y un centenar de lechuzas entró volando a través de los ventanales abiertos. Llevaban el correo matutino. Instintivamente, Harry alzó la vista, pero no vio ni una mancha blanca entre la masa parda y gris. Las lechuzas volaron alrededor de las mesas, buscando a las personas a las que iban dirigidas las cartas y paquetes que transportaban.

Un cárabo grande se acercó a Neville Longbottom y dejó caer un paquete sobre su regazo. Al otro lado del Gran Comedor, el búho de Draco Malfoy se posó sobre su hombro, llevándole lo que parecía su acostumbrado suplemento de dulces y pasteles procedentes de su casa. Phoebe se posó en el asiento vació que se hallaba al costado de su ama y dejó caer una carta.

-¡Es de Remus!-exclamó en voz baja, haciendo a un lado su desayuno. Harry se arrimó para leer también.-Ah...-suspiró Tabatha.-No sabe nada de Sirius.

Tratando de olvidar el nudo en el estómago provocado por la desilusión, Harry volvió a sus gachas de avena. ¿Era posible que le hubiera sucedido algo a Hedwig y que Sirius no hubiera llegado a recibir la carta?

Sus preocupaciones le duraron todo el recorrido a través del embarrado camino que llevaba al Invernadero 3; pero, una vez en él, la profesora Sprout lo distrajo de ellas al mostrar a la clase las plantas más feas que él había visto nunca. Desde luego, no parecían tanto plantas como gruesas y negras babosas gigantes que salieran verticalmente de la tierra. Todas estaban algo retorcidas, y tenían una serie de bultos grandes y brillantes que parecían llenos de líquido.

-Son Bubotubérculos.-les dijo con énfasis la profesora.- Hay que exprimirlas, para recoger el pus...

-¿El qué?-preguntó Seamus, con asco.

-El pus, Finnigan, el pus.-repitió Sprout.- Es extremadamente útil, así que espero que no se pierda nada. Como decía, recogeréis el pus en estas botellas. Tienen que ponerse los guantes de piel de dragón, porque el pus de un Bubotubérculos puede tener efectos bastante molestos en la piel cuando no está diluido.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora