"El Ejercito de Dumbledore"

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Capítulo 18:

"El Ejercito de Dumbledore"

-La profesora Umbridge ha leído tu correo, Harry. No hay otra explicación.-razonó Tabatha.

-¿Crees que fue ella quien atacó a Hedwig?-preguntó el azabache, indignado.

-Estoy prácticamente convencida de ello.-respondió Hermione con gravedad.- Cuidado con la rana, se te escapa.-él apuntó con la varita mágica a la rana toro que iba dando saltos hacia el otro extremo de la mesa.

-¡Accio!-exclamó, y la rana, resignada, volvió a saltarle a la mano.

La clase de Encantamientos siempre había sido una de las mejores para charlar en privado con los compañeros; generalmente había tanto movimiento y tanta actividad que no había peligro de que los oyeran. Aquel día el aula estaba llena de ranas toro que no paraban de croar y cuervos que graznaban sin cesar, y un intenso aguacero golpeaba y hacía vibrar los cristales de las ventanas, de modo que el cuarteto podía hablar en voz baja y comentar cómo la profesora Umbridge había estado a punto de atrapar a Sirius sin que nadie reparara en ello.

-Empecé a sospechar que la profesora Umbridge te controlaba el correo cuando Filch te acusó de encargar bombas fétidas, porque me pareció una mentira ridícula.-prosiguió Hermione.- En cuanto hubiera leído tu carta habría quedado claro que no las estabas encargando, ósea, que no habrías tenido ningún problema. Es como un chiste malo, ¿no te parece? Pero entonces pensé: ¿y si alguien sólo buscaba un pretexto para leer tu correo? Esa habría sido la excusa perfecta para la profesora Umbridge: le da el chivatazo a Filch, deja que él haga el trabajo sucio y que te confisque la carta; luego busca una forma de robársela o le exige que se la deje ver. No creo que Filch hubiera puesto objeciones, porque ¿alguna vez ha defendido los derechos de los estudiantes?-la pelirroja asintió con convicción.

-¡Harry, estás espachurrando a tu rana!-exclamó, zarandeando a su hermano por la túnica. El aludido miró hacia abajo. Era verdad: estaba apretando tan fuerte a su rana que al animal casi se le saltaban los ojos. Entonces la dejó apresuradamente sobre el pupitre.

-Anoche nos salvamos por los pelos.-prosiguió la castaña.- Me pregunto si la profesora Umbridge es consciente de lo poco que le faltó... ¡Silencius!-exclamó, y la rana con la que estaba practicando su encantamiento silenciador enmudeció a medio croar y la miró llena de reproche.- Si llega a atrapar a Hocicos...

-...seguramente habría vuelto a Azkaban esta misma mañana.-Harry terminó la frase por ella. Luego agitó la varita mágica sin concentrarse mucho, y su rana se infló como un globo verde y empezó a emitir un agudo silbido.

-¡Silencius!- repitió Tabatha con rapidez, apuntando con su varita el animal, que se desinfló silenciosamente ante ellos.- Bueno, ahora ya sabemos que no debe hacerlo más. Pero no sé cómo vamos a comunicárselo. No podemos enviarle una lechuza.

-No creo que vuelva a arriesgarse.-terció Ron.-No es estúpido, ya debe de saber que la profesora Umbridge estuvo a punto de atraparlo... ¡Silencius!- dijo, y el enorme y desagradable cuervo que tenía delante soltó un graznido desdeñoso.-¡Silencius! ¡SILENCIUS!-repitió, y el cuervo graznó aún más fuerte.

-Es que no mueves la varita correctamente.-comentó Hermione observando al pelirrojo con mirada crítica.-No hay que sacudirla, sino darle un golpe seco.

-Con los cuervos es más difícil que con las ranas.-se defendió él.

-Cambiemos.-propuso la castaña, que agarró el cuervo de Ron y puso su gruesa rana en su lugar.- ¡Silencius!-el cuervo siguió abriendo y cerrando el afilado pico, pero no emitió ningún sonido.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora