La noche del 31

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Para final del día estaban con las sonrisas imborrables en el rostro, había sido la mejor experiencia del año, aunque trataron de no sonreír al entrar a la sala común y ver a Harry sentado con desgano.

-Aquí tienes – dijo Ron – hemos traído todo lo que pudimos.

Dejaron caer los caramelos sobre el regazo de Harry.

-Gracias – dijo Harry, cogiendo un paquete de diablillos de pimienta – ¿Cómo es Hogsmeade? ¿A dónde han ido?

-¡La oficina de correos, Harry! ¡Unas doscientas lechuzas, todas descansando en anaqueles, todas con claves de colores que indicaban la velocidad de cada una!

-Honeydukes tiene un nuevo caramelo: daban muestras gratis. Aquí tienes una.

-Nos ha parecido ver un ogro. En Las Tres Escobas hay todo tipo de gente...

-Ojala te hubiéramos traído cerveza de mantequilla. Realmente te reconforta.

-¿Te lo pasaste bien con Malfoy?

-Me le escape con ayuda de Lavender, no me siento muy cómoda paseándome con los de Slytherin.

-Menos mal.

-Voy a subir lo que compre al dormitorio, espérenme para bajar al banquete.

-Claro – cuando Alisa bajo se pusieron en marcha estaban hablando de un supuesto intento de asesinato.

-Pero si él... ya sabes... – Hermione bajo la voz, mirando a su alrededor con cautela –. Si intentara envenenar a Lupin, no lo haría delante de Harry.

-¿Quién intenta envenenar a Lupin? – pregunto con el corazón en un puño.

-El profesor Snape, entro a su despacho mientras Harry se tomaba un té con él – dijo Ron.

-Le dio una copa llena de una poción humeante... dijo que era porque no se había sentido muy bien últimamente.

-¿De qué?

-No me lo dijo – le respondió Harry – solo dijo que era una poción muy complicada y que muy pocos eran capaces de prepararla.

-Ah, ya sé de qué se trata... no se preocupen el profesor Snape no va a envenenar a nadie – dijo quitándole importancia.

-Creo que tú le tienes demasiada fe a Snape.

-Veamos, Hermione tiene razón, lo último que nuestro profesor tiene es ser tonto y sería un tonto si le diera una copa con una poción envenenada a cualquiera frente a alguien más.

-Sí, quizá tienen razón – dijo Harry mientras entraban al Gran Comedor.

Estaba decorado con cientos de calabazas con velas dentro, una bandada de murciélagos vivos que revoloteaban y muchas serpentinas de color naranja brillante que caían del techo como culebras de río.

La comida estaba deliciosa, era la primera vez en mucho tiempo que Alis se daba un festín como el de ese día, había recuperado su tono sonrosado en las mejillas tras la segunda ronda de chocolate caliente, todos estaban animadísimos incluso su tío se veía mucho más en forma que cualquier otro día, y todo gracias la poción de mata lobos del profesor Snape.

La velada termino con una actuación de los fantasmas de Hogwarts. Saltaron de los muros y las mesas para llevar a cabo un pequeño vuelo en formación. Nick Casi Decapitado, el fantasma de Gryffindor, cosecho un gran éxito con la representación de su propia desastrosa decapitación.

Cuando iban saliendo del Gran Comedor Draco intento molestar a Harry, no parecía feliz de que Alis lo hubiera plantado en Hogsmeade.

-¡Los dementores te evitan saludos, Potter! – Alisa tomo a Harry por el brazo y le lanzo una mirada amenazante a Draco mientras se alejaban para regresar a la torre de Gryffindor.

Harry y ella alcanzaron a Ron y Hermione que iban un poco más adelante con el resto, pero cuando llegaron al corredor al final del cual estaba el retrato de la Señora Gorda, lo encontraron atestado de alumnos.

-¿Por qué no entran? – pregunto Ron intrigado, Alis se puso de puntillas como Harry para intentar ver, pero era más baja que los alumnos de adelante que también trataban de ver algo.

-Déjenme pasar, por favor – dijo la voz de Percy. Se esforzaba por abrirse paso a través de la multitud –. ¿Qué es lo que ocurre? No es posible que nadie se acuerde de la contraseña. Déjenme pasar, soy delegado.

La multitud guardo silencio entonces, empezando por los de delante. Fue como si un aire frio se extendiera por el corredor. Oyeron que Percy decía con una voz repentinamente aguda:

-Que alguien vaya a buscar al profesor Dumbledore, rápido.

Las cabezas se volvieron. Los de atrás se ponían de puntillas.

-¿Qué sucede? – pregunto Ginny, que acababa de llegar.

Al cabo de unos instantes hizo su aparición el profesor Dumbledore, dirigiéndose velozmente hacia el retrato. Los alumnos de Gryffindor se apretujaron para dejarle paso, Alis, Harry, Ron y Hermione se acercaron un poco para ver lo que sucedía.

-¡Anda, mi madr...! – exclamo Hermione, Alisa dejo escapar un grito ahogado.

La señora gorda había desaparecido retrato, que había sido rasgado tan ferozmente que algunas tiras del lienzo caían al suelo. Faltaban varios trozos grandes.

Dumbledore dirigió una mirada al retrato estropeado y se volvió. Con ojos entristecidos vio a la profesora McGonagall, Lupin y Snape, que se acercaban a toda prisa.

-Hay que encontrarla – dijo Dumbledore –. Por favor, profesora McGonagall, dígale enseguida al señor Filch que busque a la señora gorda por todos los cuadros del castillo.

-¡Ilusos! – dijo una voz socarrona.

Era Peeves, que revoloteaba por encima de la multitud y estaba encantado, como cada vez que veía a los demás preocupados por algún problema.

-¿Qué quieres decir, Peeves? – le preguntó el profesor Dumbledore tranquilamente. La sonrisa de Peeves desapareció. No se atrevía a burlarse de Dumbledore. Adopto una voz empalagosa que no era mejor que su risa.

-Le da vergüenza, señor director. No quiere que la vean. Es un desastre de mujer. La vi correr por el paisaje, hacia el cuarto piso, señor, esquivando los árboles y gritando algo terrible – dijo con alegría –. Pobrecita – añadió sin convicción.

-¿Dijo quien lo ha hecho? – pregunto Dumbledore en voz baja.

-Sí, señor director – dijo Peeves, con pinta deestar meciendo una bomba en sus brazos –. Se enfadó con ella porque no lo dejoentrar, ¿sabe? – Peeves dio una vuelta de campana y dirigió una sonrisa a Dumbledorepor entre sus propias piernas –. Ese Sirius Black tiene un genio insoportable.    

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora