Grimmauld Palce

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Alis se tomó la poción para dormir y cayó rendida en seguida, agradeció no poder soñar bajo los efectos de la poción, estaba demasiado cargada de emociones y sentimientos.

A la mañana siguiente quizá demasiado temprano se despertó por unos golpes tímidos sobre la madera de la puerta.

-Alis tenemos que irnos en veinte minutos – Alis se frotó los ojos y se desperezó lentamente, la noche anterior no había hecho las maletas, era extremadamente temprano pues afuera apenas rayaba el alba.

Lo primero que hizo fue bañarse, el agua escurría un poco de color rosa, se envolvió el cabello en una toalla y se puso la bata de baño, en lo alto de su armario se encontraba una vieja valija de su abuela, le gustaba porque tenía un hechizo de expansión imperceptible y podía meter todo lo que creyera necesario sin problema alguno y le venía bien teniendo en cuenta que la ropa de invierno era considerablemente más espaciosa.

Un par de lechuzas entraron por su ventana mientras terminaba de guardar los libros, llevaba con ella un paquete especialmente grande, dejaron el paquete sobre su cama sin hacer y se posaron sobre el alfeizar de la ventana.

Parecían esperar a que ella abriera el paquete así que enseguida le echó mano, traía una postal bajo el papel marrón que cubría la caja.

Querida Alis:

Estas son algunas pertenecías que a Cedric le hubiera gustado que tuvieras contigo, esperamos que estés bien.

Con cariño Sr. y Sra. Diggory.

Tras quitarle la tapa a la caja se encontró enseguida con el reloj, la sortija; algunas fotos y cartas atadas con una cinta de pelo escarlata que Alis reconoció como suya, la había llevado durante el partido en el que se enfrentaron. Él no le había mentido cuando le dijo que le había gustado ella desde el primer momento. Unos cuantos libros. Y por último el suéter que le había regalado por navidad un año atrás junto con la capa amarilla del equipo de quidditch de Hufflepuff. Todo en ese paquete era especial, incluso la caja que tenía rayado con crayón rojo el nombre de Cedric Diggory.

Alis lo guardo todo en la maleta bajo su capa de viaje menos el reloj y la sortija, la sortija la deslizó en la fina cadena que sostenía el relicario y el reloj lo dejo dentro de su caja para poder atarlo a una de las lechuzas junto con una carta para los señores Diggory.

Queridos Sr. y Sra. Diggory:

Realmente agradezco mucho cada cosa bajo el papel marrón, no saben cuánto aprecio poder tener estas cosas y sin embargo me gustaría que ustedes se quedaran con esto, este reloj fue una pequeña muestra del gran amor que le tenía a Cedric y uno espera que cuando le regala algo a un ser amado jamás se lo regrese y aunque acepte todo lo demás este en particular tiene un gran valor sentimental para mí y por tal me gustaría que lo conservaran.

Con todo el cariño Alis.

Vio a las lechuzas desaparecer en el horizonte que cada vez adquiría más claridad. Se vistió y por fin con todo listo metió a Strix en la jaula y se hecho en cada bolsillo de la gabardina a sus otros dos compañeros, Ced parecía especialmente feliz de poder viajar en ese lugar mientras el pequeño Hocicorto no parecía nada agradecido.

-Alis – escuchó el grito proveniente de la planta baja, probablemente llevaba el doble de tiempo preparándose del que le habían dado.

Se miró por última vez al espejo y bajó apresuradamente con sus cosas en mano.

-Lamento la tardanza – se disculpó con Remus, aun no podía mirarlo a la cara.

-No pasa nada ¿quieres desayunar algo?

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora