El Camino al Mundial

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-Hora de levantarse – era la segunda vez que les decían aquellas palabras y Ginny y ella se aferraban a las mantas con todas sus fuerzas – vamos chicas – les insistió Hermione.

Retirándose un poco las mantas de la cabeza Alis abrió un ojo para comprobar la oscuridad que reinaba afuera.

-Aún es de noche – protestó con voz soñolienta.

-Nos esperan abajo, les dije a noche que no era buena idea quedarse hablando hasta tarde.

-Es muy temprano para reproches – argumento Ginny mientras se deshacía de las mantas con pesadez.

-No es justo – farfulló Alis mientras se levantaba para vestirse – la cama solo es más cómoda una vez que tienes que pararte de ella.

-La vida no es justa – suspiró Ginny.

Alis se enfundó en sus jeans con los ojos cerrados, se resistía a tener que abrirlos y despertarse del todo, tanto que en una ocasión mientras se ponía una de las botas chocó con Ginny y casi caen de bruces en el colchón.

-Chicas dense prisa – dijo la señora Weasley mientras entraba en la habitación encendiendo la luz.

-Mamá – se quejó Ginny – vas a dejarnos ciegas.

-Los chicos ya están abajo, solo las estamos esperando a ustedes.

-Ya vamos Molly – suspiró Alis a la vez que se ponía la chaqueta encima de la sudadera, hacia el suficiente frío como para ir prevenida.

-Déjame arreglar eso – apuntándole con la barita la señora Weasley desenredo los enmarañados cabellos dorados que le caían hasta el final de la espalda dejándole unas bonitas ondulaciones – ahora tu Ginny – la pelirroja hizo una mueca mientras todo su cabello caía en su lugar liso y brillante – Hermione querida ¿tú quieres que...? – sin poder resistirse y antes de que Hermione pudiera decir nada la señora Weasley también le arregló el cabello con un toque de la varita.

-Gracias – musitó la castaña con las mejillas teñidas de rojo.

-Vamos, muévanse, muévanse – las empujo la señora Weasley hacia la salida – Ginny no olvides tu mochila.

-¿Por qué nos hemos levantado tan temprano? – pregunto Ginny, frotándose los ojos y sentándose a la mesa de la cocina.

-Tenemos por delante un pequeño paseo – explico el señor Weasley.

-¿Paseo? – se extrañó Harry –. ¿Vamos a ir andando hasta la sede de los Mundiales?

-No, no, eso está muy lejos – respondió el señor Weasley, sonriendo –. Solo hay que caminar un poco. Lo que pasa es que resulta difícil que un gran número de magos se reúnan sin llamar la atención de los muggles. Siempre tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de viajar, y en una ocasión como los Mundiales de quidditch...

-¡George! – exclamó bruscamente la señora Weasley, sobresaltado a todos.

-¿Qué? – preguntó George, en un tono de inocencia que no engaño a nadie.

-¿Qué tienes en los bolsillos?

-¡Nada!

-¡No me mientas!

La señora Weasley apuntó con la varita a los bolsillos de George y dijo:

-¡Accio!

Varios objetos brillantes salieron zumbando de los bolsillos de George, que en vano intentó agarrar algunos: se fueron todos volando hasta la mano de la señora Weasley.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora