La Unión

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Los tres se desaparecieron unos metros bosque adentro y aparecieron en un callejón desierto a unas calles del número 4 de Privet Drive.

La casa de los tíos de Harry como siempre parecía un lugar elegante, un poco monótono ante su tranquilidad y excesivamente pulcro. Con arriates de flores y un césped verde muy bien cuidado.

Kingsley tocó a la puerta y en unos minutos un hombre de apariencia robusta con un tupido bigote negro sin cuello visible les abrió la puerta.

-Buenas tardes señor Dursley – hablo Kingsley –. Soy Kingsley Shacklebolt y mis acompañantes, el señor Arthur Weasley y la señorita Alisa Black – Kingsley le tendió la mano y por un momento el hombre que parecía falto de oxígeno dudo en tomársela, pero al parecer la apariencia de aquel hombre negro e imponente no le dejó otra opción. De mala gana el señor Dursley aceptó la mano de los tres inesperados visitantes.

-¿Y qué quieren? – preguntó con un gruñido.

-Veníamos a hablar de su seguridad y la de su sobrino, Harry – informó Arthur.

-Supongo que no le importara que hablemos adentro ¿no? – hablo Kingsley con voz cordial, pero formal e imponente a la vez.

El señor Dursley no dijo nada pero se apartó para dejarlos pasar.

-¿Quién llamaba a la puerta querido? – preguntó una mujer delgada rubia, de cuello largo y un rostro que a Alis le recordaba al de un caballo y que se quedó contraído y pálido en cuanto vio entrar a los magos a su pulcro salón.

-Buenas tardes señora Dursley – le dijo Alis con cortesía y usando un tono dulce –. ¿Le molestaría si hablo con Harry mientras el señor Weasley y el señor Shacklebolt les hablan un poco de la situación que nos trae a importunarlos esta tarde?

-El muchacho debe estar arriba – gruñó el señor Dursley.

-Y no le importara que suba a hablar con él ¿verdad? – le pregunto Alis usando el mismo tono, el señor Dursley pareció confundido, pero Alis no le estaba dando la oportunidad de negarse, estaba usando su don para conseguirlo.

-Su habitación esta...

-Yo puedo llevarla – se ofreció un muchacho robusto y rubio que miraba a Alis fijamente como si nunca hubiera visto algo más encantador.

-Trompito – lo llamó su madre alarmada, pero tras dirigirle una sonrisa radiante a la mujer fue suficiente para tranquilizarla, todo gracias al don de la Alis, que se había incrementado notoriamente desde su separación de Draco.

-Muchas gracias – asintió Alis y siguió al muchacho escaleras arriba, hasta el corredor en donde le señalo una puerta con una pequeña puerta para perros instalada. Alis tocó a la puerta y al no obtener respuesta abrió ligeramente la puerta, Harry dormía sobre el acolchado y con las gafas torcidas. Alis entró en la habitación, de un molesto color melocotón con algunos afiches de Gryffindor y algunas fotos, la habitación era un pequeño desastre con la ropa del muchacho esparcida por el suelo, una pila de periódicos sobre el escritorio en donde se hallaba la jaula de Hedwig con la lechuza dormida dentro, Alis se inclinó a lado de Harry y le sacudió el hombro suavemente, el muchacho abrió los ojos y la miró confundido por algunos segundos –. Hola Harry.

-Alis, ¿Qué haces aquí?

-Eh venido a acompañar a Arthur y Kingsley, querían hablar con tus tíos sobre su seguridad, van a llevarlos a una casa de seguridad, bueno ya lo escucharas tú mismo en un momento – Harry se incorporó enderezándose las gafas y Alis también se levantó, entonces Harry reparó en su primo quien seguía mirando a Alis con la boca entreabierta.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora