La Emboscada de Los Mortifagos

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Maratón 1/4 

Los rodearon unas siluetas negras salidas de la nada, que les cerraron el paso a derecha e izquierda; varios pares de ojos brillaban detrás de las rendijas de unas máscaras, y una docena de varitas encendidas les apuntaban directamente al corazón; Ginny soltó un grito de horror.

-Dame eso, Potter – repitió la voz de Lucius Malfoy, que había estirado un brazo con la palma de la mano hacia arriba. Estaban atrapados, y los doblaban en número –. Dame eso – dijo Malfoy una vez más.

-¿Dónde está Sirius? – preguntó Harry.

Varios mortífagos rieron; una áspera voz de mujer surgió de entre las oscuras figuras, hacia la izquierda de Harry, y sentenció con tono triunfante:

-¡El Señor Tenebroso nunca se equivoca!

-No, nunca – apostilló Malfoy con voz queda –. Y ahora, entrégame la profecía, Potter.

-¡Quiero saber dónde está Sirius!

-«¡Quiero saber dónde está Sirius!» – se burló la mujer que estaba a su izquierda. Ella y el resto de los mortífagos se habían acercado más a Harry y a sus amigos, de los que ahora sólo los separaban unos palmos, y la luz de sus varitas deslumbraba a Harry.

-Sé que lo han capturado – afirmó él tratando de no hacer caso de la creciente sensación de pánico que notaba en el pecho, el terror que había estado combatiendo desde que habían puesto un pie en el pasillo de la estantería número noventa y siete –. Está aquí. Sé que está aquí.

-El bebé se ha despertado asustado y ha confundido el sueño con la realidad – dijo la mujer imitando la voz de un niño pequeño.

-No hagas nada – murmuró Harry –. Todavía no...

La mujer que lo había imitado soltó una ruidosa carcajada.

-¿Lo han oído? ¿Lo han oído? ¡Está dando instrucciones a los otros niños, como si pensara atacarnos!

-¡Ah, tú no conoces a Potter tan bien como yo, Bellatrix! – exclamó Malfoy quedamente –. Tiene complejo de héroe; el Señor Tenebroso ya lo sabe. Y ahora dame la profecía, Potter.

-Sé que Sirius está aquí – insistió Harry –. ¡Sé que lo han capturado!

Unos cuantos mortífagos volvieron a reír, aunque la mujer fue la que rió más fuerte.

-Sirius no está aquí Harry – le dijo Alis con voz temerosa –. Te ha engañado, nos ha engañado a todos.

-Ya va siendo hora de que aprendas a distinguir la vida de los sueños, Potter – dijo Malfoy –. Dame la profecía inmediatamente, o empezaremos a usar las varitas.

-Adelante – lo retó Harry, y levantó su varita mágica hasta la altura del pecho.

En cuanto lo hizo, las seis varitas de Alis, Ron, Hermione, Neville, Ginny y Luna se alzaron a su alrededor.

Pero los mortífagos no atacaron.

-Entrégame la profecía y nadie sufrirá ningún daño – aseguró Malfoy fríamente.

Ahora le tocaba reír a Harry.

-¡Sí, claro! – exclamó –. Yo le doy esta... profecía, ¿no? Y ustedes nos dejan irnos a casa, ¿verdad?

Tan pronto como Harry terminó la frase, la mortífaga chilló:

-¡Accio prof...! – Pero Harry estaba preparado, y gritó: «¡Protego!» antes de que ella hubiera terminado de pronunciar su hechizo; la esfera de cristal le resbaló hasta las yemas de los dedos, aunque consiguió sujetarla –. ¡Vaya, el pequeño Potter sabe jugar! – dijo la mortífaga fulminando a Harry con la mirada tras las rendijas de su máscara –. Muy bien, pues entonces...

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora