El Elfo Libre

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Alis miró a sus amigos, ahora meros contornos en la oscuridad. Vio a Hermione apuntar su varita, no hacia el exterior, sino hacia la cara de Harry. Hubo un estallido, una ráfaga de luz blanca, y Harry se retorció en agonía. En ese momento media docena de hombres entraron en la tienda y los rodearon, Alis no tuvo tiempo de hacer nada pues su varita se encontraba en el bolsillo interior de su chaqueta, lejos de su alcance o de la vista de los Carroñeros que la tomaron por los brazos y la arrastraron al exterior.

Alis no dejo de forcejear y sin embargo solo consiguió hacerse más daño en la pierna que le punzaba como hacía semanas.

-¡Apártense... de... ella! – gritó Ron. Hubo el inconfundible sonido de puños golpeando carne: Ron gruñó de dolor y Hermione gritó:

-¡No! ¡Déjenlo en paz, déjenlo en paz!

-A tu novio le van a hacer cosas peores que estas si está en mi lista – dijo la voz horriblemente familiar y rasposa –. Una chica deliciosa... qué bocado... me encanta la suavidad de su piel...

Alis se paralizó ante la presencia de Fenrir Greyback, el hombre lobo al que se le permitía llevar ropas de mortífago a cambio de contratar su salvajismo.

-¡Registrad la tienda! – dijo otra voz.

-Pero qué tenemos aquí – dijo Greyback en el momento en que el hombre que sujetaba a Alis la dejo en el suelo –. La preciosa hija de Black, me has causado muchos problemas princesita – Alis sintió náuseas en el momento en que Greyback le toma la cara entre sus amarillentos y repulsivos dedos, aquel hombre lobo olía igual que siempre, a sangre, sudor y mugre.

-No la toques – gritó una voz detrás de ella, Alis reconoció enseguida la voz de Lev.

-¿Así que conoces a mi rebelde favorita? – le pregunto Greyback a Lev –. No solo eres amigo de los sangre sucia ¿no? – y antes de que Alis pudiera hacer nada le propinó una patada en el estómago haciéndolo gritar de dolor.

-¡Basta! – chillo ella, pero Greyback soltó una carcajada y la empujo contra el suelo.

-Ya me encargare de ti en un momento, creo que sé quién me pagará una pequeña fortuna por tu linda cabecita.

-Ahora, veamos a quiénes tenemos – dijo de nuevo Greyback con deleite por encima de sus cabezas, y a Harry lo giraron hasta quedar boca arriba. El rayo de luz de una varita cayó en su cara y Greyback se rió.

-Necesitaré cerveza de mantequilla para tragar a este ¿Qué te ha pasado, feo?

Harry no contestó de inmediato.

-He dicho – repitió Greyback, y Harry recibió un golpe en el diafragma que lo hizo doblarse de dolor –. ¿Qué te pasó?

-Picado – farfulló Harry –. Me picaron.

-Sí, lo parece – dijo una segunda voz.

-¿Cómo te llamas? – gruñó Greyback.

-Dudley –dijo Harry.

-¿Y tu nombre?

-Yo... Vernon. Vernon Dudley.

-Comprueba la lista, Scabior – dijo Greyback, y Harry lo oyó moverse lateralmente para bajar la vista hacia Ron –. ¿Y qué hay de ti, pelirrojo?

-Stan Shunpike – dijo Ron.

-¡Y un cuerno! – dijo el hombre llamado Scabior –. Conocemos a Stan Shunpike, ha hecho algunas cosas para nosotros.

Hubo otro golpe sordo.

-Soy Barny – dijo Ron, y Harry pudo notar que su voz estaba llena de sangre –. Barny Weasley.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora