Catorce Bengalas

1K 105 13
                                    

Las cosas después de ese día empeoraron notoriamente con respecto a la adivinación. La pesadilla de Alis se repitió noche tras noche por semanas. En estas pesadillas comenzaba a revelarse más de lo que ella podía entender. En su sueño se había agregado al final de este un hombre delgado con las manos como dos grandes arañas blancas, con los dedos largos que se acariciaban el pecho, los brazos, la cara. Los rojos ojos, cuyas pupilas eran alargadas como las de un gato, refulgían en la oscuridad, la nariz se aplastaba tanto contra el rostro que era como la de una serpiente solo mostrando los orificios nasales, el hombre alto y delgado como un esqueleto surgía de un enorme caldero que derramaba una especie de vapor blanco que se expandía por el suelo del cementerio tragándose el cuerpo de Cedric, Alis siempre despertaba en este punto y se frustraba de no poder ver la cara del asesino que sin duda podría ser cualquiera. No hablo de su sueño con nadie, evitaba pensar en él así que al haberse arreglado con Cedric se le veía más feliz que antes y mucho menos estresada o furibunda sin embargo su semblante pálido comenzaba a preocupar a sus amigos, pues si bien la poción de Despertares la mantenía lo bastante enérgica para sobrevivir con sus cuatro o cinco horas de sueño a las pesadas tareas del curso y sus extracurriculares que desde que Snape se enfadó con ella cada vez eran más difíciles y demandantes de tiempo que se veía forzada a reducir con sus amigos o con Cedric, no le ayudaba a mantener un semblante fresco sino que parecía siempre cansada tanto que Snape la primera semana de diciembre la retuvo después de estar toda la tarde preparando veritaserum.

-Señorita Black me parece que está en decadencia.

-No estoy durmiendo mucho, tengo pesadillas cada noche y la vendad apenas puedo descansar – Snape saco un frasco de un gabinete empotrado en la pared del fondo de la mazmorra y se lo tendió.

-Pruebe con esto, unas gotas antes de irse a dormir deberían bastarle.

-¿A usted tenido noticias del asunto que hablamos semanas atrás?

-Me temo que desconozco el origen del problema, pero tengo conciencia de que a Lupin alguien no lo tiene en buena estima.

-¿Le siguen amenazando?

-Señorita Black a estas alturas yo esperaba que dedujera que la razón de su falta de correspondencia no se debía a una casualidad.

-Así que ya lo noto. Necesito sacar algunas cartas del estudio de mi tío para poder confirmar mis sospechas. Profesor... desde que entre en Hogwarts no he llevado un ritmo normal y me temo que nunca poder llevarlo, durante el verano le hice una promesa a mi padre, usted es la única persona en la que confiaría todos mis secretos y necesito que me ayude a cumplirla porque me temo que el hombre que aparece al final de mi pesadilla de cada noche no es nada menos que el Señor Tenebroso.

-¿De qué está usted hablando? – le pregunto con un toque de aflicción en la voz.

-Profesor sabe usted que si no fue a detalle la pesadilla de los dementores en el lago una realidad absoluta el año pasado sí que sucedió. Y me temo que este nuevo sueño no sea menos que una predicción, que un aviso.

-¿Está completamente segura? – Alis le describió al hombre que salía del caldero noche tras noche lo mejor detalladamente que pudo y Snape la escucho con el rostro crispado por la noticia.

-La promesa que le hice a mi padre, profesor... la promesa fue que cuidaría de Harry pasara lo que pasara mientras él no estuviera presente, sé que usted va a ayudarme porque conozco su propósito.

-Black no tiene derecho a cargar tal responsabilidad bajo los hombros de una niña, Alisa.

-Profesor, si el momento llegara quiero estar lista, necesito que me enseñe más que de pociones.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora