El Ataque

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-Alis – escucho que Cedric la llamaba y se detuvo.

-¿Sí?

-¿Qué sucede?

-No pasa nada – mintió –. Pero olvide algo muy importante en el despacho de Snape.

-¿No puede esperar?, ya vamos a salir.

-No, no puede – se acercó a él –. Recuerda mantenerte vivo, por favor, sé que no sirve de nada insistirte, pero quiero que sepas que si me lanzas una señal de que estás en peligro iré corriendo con refuerzos, veré cualquier señal que lances.

-Te prometo que estaré bien.

-Debo insistir, aunque sea por última vez.

-Todo estará bien – le decía Cedric – es más cuando gane la copa no adornara mi cuarto sino el tuyo.

-Por favor no vayas – le acarició el rostro – tengo un mal presentimiento – Alis se sintió como en un déjà vu y se le retorcieron las tripas.

-Te amo – lo abrazo con mucha fuerza.

-Yo también te amo, sin importar que pase hoy, siempre voy a estar contigo, siempre vas a ser el amor de mi vida por más cursi y ridículo que suene, te lo prometo.

-Por favor, ten cuidado.

-Lo tendré – la beso, no fue un beso como cualquier otro, el tiempo se detuvo por unos minutos y todas las terminaciones nerviosas de sus cuerpos se agitaron en una danza florida –. Te amo.

-Y yo a ti – le dio un último beso y salió corriendo hacia la oficina de Snape.

El despacho estaba vacío salvo por el pequeño hombrecito que saltaba en el escritorio, esperándola muy ansioso.

-Menos mal que estas bien Joe – quizá ese no fuera el nombre real del Gorro Rojo, pero le gustaba que lo llamaran así –. Pensé que serias carnada de escreguto si Moody te decuria siguiéndolo.

-No soy tan idiota – le dijo ofendido, era un pequeño duende de mal carácter.

-¿Qué hizo Moody mientas estuvo en el despacho?

-Se llevó cosas – dijo con aspecto orgulloso de sí mismo.

-¿Qué cosas?

Joe le enlisto lo que se había llevado.

-¿Piel de serpiente arbórea africana?, ¿cuerno de bicornio?, ¿para qué demonios quiere preparar poción multijugos?

-No es la primera vez que viene – sonrió divertido –. Parece que quiere enamorar a alguien también, con esa carota – se echó a reír –. No me extraña que necesite ayuda.

-¿Ayuda para enamorar a alguien?

-También se leer ¿sabes? – le dijo orgulloso –. Soy un Gorro Rojo educado, sé que se llevó ingredientes para esa poción que tú dices y para preparar esta – le dijo y saltó del escritorio a un estante de donde detrás de unos frascos sacó una hoja arrancada de un libro.

-¿Amortentia? – Alis pensó un poco y vio la copa que había dejado sobre el estante por la tarde –. Una poción de amor mal preparada – concluyó cuando vio el líquido viscoso en el fondo.

-¿Eso es lo que puso en tu copa? – le pregunto Joe.

-¿Lo que puso en mi copa?

-Lo seguí hasta la cocina dos veces hoy, le pidió a un elfo domestico que pusiera algo en tu copa.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora