La Casa de la Pradera

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-¡¿Cómo que hay un problema con el testamento de mi padre y de mi abuela?! – rugió Alis furiosa.

-Pues verás – le explicó Dumbledore –. Todos los bienes que heredaste de los Black son tuyos claro, pero la casa, el elfo y Buckbeak a quien Hagrid a cuidado muy bien...

-Profesor la casa es mía, no de Bellatrix, Kreacher obedece mis órdenes.

-La casa era tan tuya como de Sirius, y bien el dispuso que todos sus bienes se repartieran entre tú y Harry.

-Puede quedarse con todo el dinero, con todo, a mí no me interesa, pero mi padre quería que esta casa quedara a disposición de la Orden y así será, Buckbeak puede quedarse con Hagrid y en cuanto a Kreacher...

-Puede que esta casa y Kreacher sean tan tuyos como de Harry o tan tuyos como de...

-No, esa mujer no obtendrá nada, ¡NADA! Haga lo que sea necesario profesor, pero antes de que ella obtenga un tablón de esta propiedad la incendiare, la convertiré en cenizas.

-Es fácil de confirmar, por ahora no tienes de qué preocuparte, yo me encargare de ello, pero te recomendaría que desalojaras la casa, no estas segura aquí.

Alis se frotó la cara con impaciencia.

-¿Y qué hago con Kreacher?

-Lo más sensato y lo mismo que le sugeriré a Harry una vez confirmemos la propiedad del elfo es que Kreacher se fuera a trabajar en las cocinas de Hogwarts, así los otros elfos podrían vigilarlo – Alis asintió.

-No quiero Grimmauld Place – término por decir Alis –. Lo he pensado mucho y me llevare las pertenencias de mi padre, buscare un lugar... no quiero seguir aquí, pensando en... ya no soporto esta casa, cada día es más difícil sobrellevar... dejaré la casa el viernes.

-¿Regresaras a Hartford? – Alis negó.

-No por ahora, no soporto la compañía humana – el profesor Dumbledore asintió y miro a la lechuza que estaba reposando sobre la chimenea.

-Remus está muy preocupado por ti Alisa, han pasado por mucho y creo que deberías hablar con él.

-No estoy lista.

-Ya ha pasado casi un mes.

-El tiempo es muy relativo cuando se le deja de tomar en cuenta profesor ¿Por qué el ministerio no me ha mandado una amonestación o algo parecido? No he dejado de usar la magia desde que me desperté en el hospital

-Creo que por el momento no tienen interés en molestarte.

-Ya veo – Alis despidió al profesor Dumbledore y subió directo a hacer las maletas, las posesiones de Sirius no eran muy numerosas, un reloj con cadena al que había que dar cuerda era lo único que había cerca de su cama, las fotografías, el regalo que Alis le había dado por navidad, algunos libros, una vieja túnica de gala, una chaqueta de motociclista que solo podía quedarle al adolescente Sirius, la varita de su padre y un frasco de loción fue todo lo que Alis guardo para llevarse con ella además de una pajarita color vino que ella le había comprado.

También de la habitación de Regulus tomo algunas cosas, de su propia habitación no movió nada y de la biblioteca particular de la familia solo tomo un par de libros que le interesaban, su baúl había permanecido en el salón sin abrir y sin mover desde que Dumbledore se lo había enviado, su puffskein Ced y la dragona miniatura Paige estaban al cuidado de Parvati y Padma pues Alis no tenía cabeza para ocuparse de ellos.

Alis pensó en buscar un apartamento en los clasificados del periódico, pero Lucius Malfoy le había metido en la cabeza la idea de ir a su antigua casa, quizá se encontraría con un montón de cenizas, pero tenía que comprobarlo, el autobús noctambulo la dejo sobre el camino y ella tuvo que recorrer una larga distancia a pie para encontrar los restos de la vieja casa en la que había vivido con su madre, los cristales estaban rotos, los muebles casi completamente incinerados, la escalera no parecía poder soportar su peso.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora