Epifanía Amorosa

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Por encima de las torrecillas del castillo empezaban a verse fragmentos de un cielo azul intenso, pero esos indicios de la proximidad del verano no le levantaron el ánimo a Alis. Se les estaba acabando el tiempo para cumplir con la misión de Draco y ella termina que su novio volviera a cometer un acto desesperado y alguien más saliera herido.

-Te lo digo por última vez: olvídate de Malfoy – insistió Hermione con severidad.

-¿Quién se tiene que olvidar de Malfoy? – pregunto Alis sentándose junto a Harry.

Los tres amigos estaban sentados en un rincón soleado del patio, después de comer. Hermione y Ron leían juntos un folleto del Ministerio de Magia: Errores comunes de Aparición y cómo evitarlos, porque esa misma tarde iban a examinarse, pero en general los folletos no conseguían calmarles los nervios. Ron dio un respingo e intentó ocultarse detrás de Hermione al ver que se acercaba una chica.

-No es Lavender – dijo Hermione con fastidio.

-¡Uf, menos mal! – resopló él, y se relajó.

-¿Harry Potter? – preguntó la chica –. Me han pedido que te entregue esto.

-Gracias...

Harry se puso nervioso al coger el pequeño rollo de pergamino.

-¿Bueno me van a responder? – pregunto Alis.

-Nada, a Ron no le agrada que salgas con Malfoy – dijo Harry desplegando el rollo de pergamino.

Ron lo fulmino con la mirada y Alis le dio un pellizco en la mejilla.

-Ya te acostumbraras – le dijo esbozando una sonrisa –. ¿Qué dice Dumbledore?

En cuanto la muchacha se hubo alejado, susurró:

-¡Dumbledore me advirtió que no habría más clases particulares hasta que hubiera conseguido el recuerdo!

-A lo mejor sólo quiere saber si has hecho progresos – observó Hermione.

-No es de Dumbledore – dijo Harry frunciendo el entrecejo al leer –. Mira – Alis inclinó la cabeza sobre el hombro de Harry para leer.

Pero en lugar de encontrar la pulcra y estilizada caligrafía de Dumbledore, vio una letra de trazos grandes y desgarbados, muy difícil de descifrar debido a las manchas de tinta que emborronaban el pergamino.

Queridos Harry, Alis, Ron y Hermione:

Aragog murió anoche. Harry, Alis y Ron, ustedes lo conocieron y sabían que era extraordinario. Hermione, sé que te habría caído bien. Me gustaría mucho que esta noche asistieran al entierro. He pensado oficiarlo hacia el anochecer porque ésa era su hora preferida del día. Como sé que no los dejan salir del castillo a esas horas, tendran que utilizar la capa. No debería pedírselos, pero no tengo ánimos para hacerlo solo.

Hagrid

-Vaya – murmuró Alis un poco confusa.

-Miren esto – dijo Harry, y le pasó la nota a Hermione.

-Qué barbaridad – comentó ella tras leerla rápidamente; se la tendió a Ron, quien la leyó con cara de incredulidad.

-¡Está como una cabra! – exclamó –. ¡Ese bicho animó a sus congéneres a devorarnos a Harry y a mí! ¡Les dio permiso para que se nos zamparan! ¡Y ahora Hagrid pretende que bajemos allí esta noche para llorar sobre su repugnante y peludo cadáver!

-No es sólo eso – añadió Hermione –. Nos está pidiendo que salgamos del castillo por la noche, y sabe que han endurecido las medidas de seguridad y que si nos pillan se nos caerá el pelo.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora