Las Palabras de la Señora Diggory

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Tres días después Alis fue a la casa de los Diggory para comer con ellos, no fue especialmente la comida más grata, pero sintió que lo había necesitado, el señor Diggory insistió en llevarla, pero Alis le aseguro que Remus la recogería, lo cual era mentira, le había dicho a Remus (con quien se había reconciliado en un acuerdo no verbal) que el señor Diggory la llevaría hasta unas cuadras de la casa y de ahí caminaría sola para no levantar sospechas, le costó trabajo convencerlos de que si no salía era mucho más sospechoso y peligroso a futuro, pero al final lo consiguió.

Alis camino hasta el cementerio y se quedó sentada un rato sobre la tumba de Cedric, tenía flores fresca y estaba arreglada lo que le decía que la señora Diggory iba por lo menos una vez a la semana. Abatida por estar ahí sola mirando la lápida abrió el relicario, pero el eco de Cedric no apareció sino que en cambio una escena a escala de ellos dos, el día de su primer beso, luego otros recuerdos se materializaron como si de un pensadero se tratara, era como una proyección en 3D y Alis disfruto viéndolo un rato hasta que el cielo comenzó a tornarse naranja y decidió que era momento de irse.

-Te amo – le susurro a la lápida –. Gracias por todo – se inclinó y puso los labios sobre la fría piedra de mármol.

El taxi la llevó hasta el lugar en que se suponía que Amos la dejaría por si a Remus se le ocurría salir a esperarla, afortunadamente no fue el caso y pudo caminar tranquila hasta el cuartel.

El día siguiente Alis se encontró con que habían terminado de descontaminar el salón y pasaron al comedor de la planta baja donde encontraron arañas, del tamaño de platos de postre, escondidas en el aparador (Ron salió precipitadamente de la habitación para hacerse una taza de té y no regresó hasta una hora y media más tarde). Sirius, sin miramientos, metió la porcelana, que llevaba el emblema y el lema de los Black, en un saco al que fueron a parar también una serie de fotografías viejas con deslustrados marcos de plata, cuyos ocupantes soltaron agudos gritos al romperse los cristales que los cubrían.

El timbre de la puerta sonaba varias veces al día, y ésa era la señal para que la abuela se pusiera a gritar de nuevo, y para que los demás intentaran escuchar lo que decía el visitante, aunque podían deducir muy poco a partir de las fugaces imágenes y de los breves fragmentos de conversación que captaban, antes de que la señora Weasley los hiciera volver a sus tareas. Por su parte  Alis se había negado a soltar prenda excusándose con que no les serviría de nada si la echaban de la Orden por contarles lo que ocurría. Snape entró y salió de la casa varias veces, Alis no tenía mucho tiempo de hablar con él pero siempre recibía miradas cómplices de su parte lo que le indicaba que tenía algo que decirle y se lo estaba guardando; también la profesora McGonagall llegó a ir un par de veces, que estaba muy rara con un vestido y un abrigo de muggle, y que al parecer también estaba demasiado ocupada para entretenerse mucho. A veces, sin embargo, los visitantes se quedaban para echar una mano. Tonks se quedó con ellos una tarde memorable en la que se deshicieron del viejo ghoul de instintos asesinos escondido en un cuarto de baño del piso superior, y Remus, que ya viví de nuevo en la casa, pero pasaba largos periodos fuera, realizando misteriosas misiones para la Orden (de las que se negaba a hablar con Alis), los ayudó a reparar un reloj de pie que había desarrollado la desagradable costumbre de lanzarse contra quien pasara por delante de él. Mundungus se reconcilió un poco con la señora Weasley al rescatar a Ron de unas viejas túnicas de color morado que intentaron estrangularlo cuando las sacó de su armario.

Otra de las cosas que habían estado sucediendo esos días era que George había estado llevando a cabo su plan haciendo reír a Alis en cada que podía, le jugaba pequeñas bromas y aprovechaba cada oportunidad para quedarse a solas con ella, los pequeños acercamientos habían comenzado a tener un efecto en ella aunque se sentía muy confundida al respecto.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora