Trabas

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Cuando llegó a la sala común sus amigos se encontraban debatiendo sobre el asunto del huevo y el hecho de que Harry tenía que pasar una hora bajo el agua. A Ron le parecía bien la idea de volver a utilizar el encantamiento convocador: Harry le había hablado de las escafandras, y Ron no veía ningún inconveniente a la idea de que Harry llamara una desde la ciudad muggle más próxima. Hermione le echó el plan por los suelos al señalarle que, en el improbable caso de que Harry lograra desenvolverse con ella en el plazo de una hora, lo descalificarían con toda seguridad por quebrantar el Estatuto Internacional del Secreto de los Brujos: era demasiado pedir que ningún muggle viera la escafandra cruzando el aire en veloz vuelo hacia Hogwarts.

-Por supuesto, la solución ideal sería que te transformaras en un submarino o algo así – comentó ella –. ¡Si hubiéramos dado ya la transformación humana! Pero no creo que empecemos a verla hasta sexto, y si uno no sabe muy bien cómo es la cosa, el resultado puede ser un desastre...

-Sí, ya. No me hace mucha gracia andar por ahí con un periscopio que me salga de la cabeza. A lo mejor, si atacara a alguien delante de Moody, él podría convertirme en uno...

-Sin embargo, no creo que te diera a escoger en qué convertirte – respondió Hermione con seriedad –. No, creo que lo mejor será utilizar algún tipo de encantamiento.

De forma que volvieron a su pasatiempo favorito, se enfrascaron en polvorientos volúmenes, buscando algún embrujo que capacitará a un ser humano para sobrevivir sin oxígeno.

Por la mañana Alis decidió que antes de contarle al profesor Snape quería preguntarle a Remus (aunque siguiera resentida con él) y a Sirius (aunque también estuviera molesta con él y la probabilidades de respuesta eran bajas) si tenía una tía Bella, el nombre le sonaba, pero no había llevado consigo el árbol genealógico o algo que la ayudara a saberlo.

Remus:

Aunque sé que no tienes tiempo ni de contestarme un hola, necesito preguntártelo o si te es más conveniente te pido los archivos de la abuela Walburga pues necesito saber si tengo una tía Bella.

Alisa.

La carta para Sirius no fue más animada, Alis no esperaba respuesta alguna, pero si escribía a ambos con la misma pregunta tenía más oportunidad.

Sirius:

No sé si vaya a obtén respuesta, pero necesito saber si tengo una tía Bella por lo que no me queda más remedio que molestarte.

Alisa.

Alis envió las dos cartas con lechuzas del colegio por lo que su propia lechuza parecía muy ofendida.

-Lo siento – se disculpó –. Pero no quiero enviarte con ninguno de ellos, si de verdad quieres llevar un encargo por mi ¿Qué tal una carta a Nymphadora? – Alis cayó en cuenta de que había mandado a las lechuzas en vano pues su prima Nymphadora debía estar al tanto de su parentela o podría consultar a Andrómeda si no lo sabía –. Pues va a ser que soy tonta – le dijo a su lechuza y saco las cosas de la mochila para escribir una carta rápida.

Querida Nymphadora:

He tenido un sueño muy extraño hace unas noches, y hay algo que me aflige bastante, de casualidad ¿tú sabrás algo sobre una tal Bella?, probablemente con alguna parentesco, creo quizá que es una tía, pero no estoy del todo segura y me gustaría saber quién es, quizá tú o la tía Andrómeda la conozcan es una mujer de cabello negro, largo y rizado, ojos marrones, delegada y me parece de estatura media-alta. Es importante para mi saberlo por favor espero tu respuesta.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora