La Visión de Harry

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La joven se vio asediada a preguntas en el momento en que cruzó el umbral de la sala común, por lo visto el alboroto había despertado a los alumnos quienes habían visto lo ocurrido.

-No le conviene echarte – insistió Ginny –, todos vimos como aquellos hombres las atacaban a ti y a la profesora McGonagall sin miramientos – varios alumnos asintieron, pero Alis seguía pálida y con la mirada perdida.

-Mejor será que la lleves a la cama, Ginny – apuntó Dae –. Creo que esta en shock.

-Espera a que nuestros padres se enteren de esto – Alis soltó un resoplido, sabía que si era necesario Umbridge era capaz de no dejarlos irse a sus casas en verano para que no contaran a nadie lo ocurrido.

Al día siguiente Alis tuvo que hablar con la profesora Marchbanks y el profesor Tofty, miembros del Tribunal de Exámenes Mágicos, quienes habían presenciado la escena desde la torre de astronomía. Les había rogado que guardaran en secreto lo ocurrido por el momento, hasta que llegara la hora de desenmascarar a la vieja gárgola. Ellos no parecían querer aceptar, pero Alis menciono a Dumbledore y a Hagrid y la prioridad que tenía ella de no perjudicarlos por lo que los profesores terminaron por aceptar.

Por su parte Umbridge paso a ignorarla, Alis dedujo que aquello era obra de Snape, la profesora apenas la miraba de reojo durante el desayuno de aquel día y en ningún momento la llamo a su oficina o hizo ademán de intentarlo mientras Alis se acercaba a su lugar para realizar su penúltimo TIMO, el de Historia de la Magia.

Alis iba escribiendo su última respuesta cuando se quedó paralizada, una conexión inexplicable surgió tan tangiblemente entre su mente y la de Harry, que fue como si él le rogara que entrara en ella. No ahora, no por favor. Intentó concentrarse de nuevo en su examen, pero la mente de Harry la atraía como miel a las moscas.

Harry caminaba por el oscuro y frío pasillo que conducía al Departamento de Misterios, con paso firme y resuelto; a veces corría un poco, decidido a llegar por fin a su destino... La puerta se abría y Harry se encontraba en la sala circular con muchas puertas...

La cruzaba andando por el suelo de piedra y entraba por una segunda puerta... Veía motas de luz danzarina en las paredes y en el suelo, y oía aquel extraño ruido mecánico, pero no había tiempo para investigar, tenía que darse prisa... Iba corriendo hasta la tercera puerta, que se abría fácilmente, igual que las demás... Se encontrarse en la habitación del tamaño de una catedral llena de estanterías y esferas de cristal... El corazón le latía muy deprisa... Cuando llegaba al pasillo número noventa y siete torcía a la izquierda y corría por él entre dos hileras de estanterías...

Pero al final del pasillo había una figura en el suelo, una figura negra que se retorcía como un animal herido... A Harry se le contraía el estómago de miedo, de emoción... Una voz salía por su boca, una voz fría y aguda, vacía de humanidad...

-Cógela... Vamos, bájala... Yo no puedo tocarla, pero tú sí...

La figura negra que había en el suelo se movía un poco. Harry veía cómo una mano blanca de largos dedos cerrados alrededor de una varita se alzaba al final de su propio brazo..., y entonces oía que aquella fría y aguda voz decía: «¡Crucio!»

El hombre que estaba en el suelo gritaba de dolor, intentaba levantarse pero caía hacia atrás y se retorcía. Harry reía. Levantaba la varita, la maldición dejaba de actuar y la figura se quedaba inmóvil gimiendo.

-Lord Voldemort espera...

Muy despacio, el hombre que estaba en el suelo levantaba un poco los hombros, aunque los brazos le temblaban, y miraba hacia arriba. Tenía la cara demacrada y manchada de sangre, contraída de dolor y, sin embargo, desafiante...

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora