Las Marcas de Percy

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Después de la comida de Navidad, los Weasley, Harry y Hermione planearon ir de nuevo a visitar al señor Weasley, escoltados por Ojoloco y Lupin. Mundungus llegó a tiempo para compartir con ellos el pudín de Navidad y los bizcochos borrachos; había «pedido prestado» un coche para la ocasión porque el metro no funcionaba ese día. Mundungus había realizado un hechizo en el coche para agrandarlo, igual que habían hecho con el Ford Anglia de los Weasley. Aunque por fuera tenía las proporciones normales, dentro cabían cómodamente diez personas, incluido Mundungus, que iba al volante.

-¿Segura que no vienes? – le pregunto Remus a Alis antes de subir al auto.

-No, iré a ver Percy – le susurro –. George me ha dicho de lo del jersey, tengo un par de cosas que decirle, pero tampoco quiero que se pase solo toda el día de Navidad, en fin si me cierra la puerta en las narices iré directo a San Mungo y me inventaré algo.

-Bueno – le sonrió Remus –. Ten cuidado y ya hablaremos más tarde, creo que hay un par de cosas que aún no me has contado – Alis se puso colorada, pero asintió y después regresó al interior de la casa para que pareciera que de verdad solo se quedaría haciendo compañía a Sirius un rato más.

Alis tomó su capa y tras despedirse de Sirius quien se encontraba muy animado jugando a una partida de póker con Gavrel, Misha y Andrey salió a las frías calles de Grimmauld Place para conseguir un taxi.

Para cuando Percy le abrió la puerta estaba congelada, el muchacho se había demorado unos minutos y parecía adormilado.

-¿Despertando recién Percy? – le pregunto con una sonrisa titiritando de frío.

-Alis – Percy se frotó los ojos y se hizo a un lado para que pasara –. Pasa, pasa, debes estar muerta de frío ¿quieres tomar chocolate caliente?

-Gracias – asintió.

-Lo siento, he tenido mucho trabajo y me quede dormido mientras rellenaba unos informes para el ministro.

-No deberías estar trabajando Percy, es Navidad, deberías estar con tu familia – le dijo recargándose contra la barra de la cocina.

-Ten – le colocó una taza humeante de chocolate en las manos –. ¿Y tú porqué estás aún en Londres?

-Remus y yo... bueno en realidad estamos pasando la Navidad con los demás ya sabes, tu familia, mis primos, Hermione, Harry, Dae... en fin mis primos se han quedado en casa con Daevid mientras los demás iban a visitar a tu padre a San Mungo y yo quería pasar a verte, a final de cuentas te quiero mucho Percy y no quería que pasaras la Navidad tú solo, así que decidí darme una vuelta.

-Te agradezco que vinieras, digo me alegro mucho de que lo hicieras, sabes que yo también te quiero bastante, agradezco que te preocupes por mí y eso.

-No es nada, de verdad que lo hago desinteresadamente y con gusto – le sonrió, le dio un sorbo a su chocolate y lo dejó sobre la barra, para cuando se volteó Percy estaba frente a ella –. ¿Y dime hay alguna chica en el Ministerio que te agrade más que las otras?

-En realidad hay alguien – le dijo poniéndose muy rojo –, pero no es del Ministerio.

-Anda me alegro mucho por ti Percy – le dijo honestamente –. ¿Y ya la invitaste a salir?

-En realidad no sé si le intereso, es complicado.

-Deberías lanzarte, digo yo lo haría en tu lugar, no tienes nada que perder y... – las palabras de Alis fueron interrumpidas por los labios de Percy, Alisa no entendía lo que estaba pasando hasta que de pronto un pequeño e insignificante ruido, como un pequeño clic, resonó en sus oídos entonces reacciono y apartó a Percy –. No Percy, no puedo.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora