La Otra

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Alis y Ginny se encontraron con Fred y George regresando de la lechucería parecían estarse debatiendo por algo complicado.

-Hola chicos ¿Qué se traen?

-Nada solo fuimos a enviar una carta.

-Ya, genial – les respondió Alis mirándolos con los ojos entre cerrados.

-Casi es hora de comer ¿vamos?

-Podría comerme algunos panecillos más – asintió Ginny.

-Vale, por cierto gracias por el desayuno – le sonrió a George y lo tomo del brazo mientras entraban al castillo.

-No fue nada, parecías un poco enferma estos días y solo nos preocupamos por ti.

-Bueno pues... – Alis se detuvo en seco, se habían chocado con Fred y Ginny que se habían quedado parados de golpe.

Alis se dio cuenta de porqué y le hirvió la sangre, Cedric estaba parado a mitad del pasillo y Cho Chang se había tirado en sus brazos besándolo furtivamente, Alis se precipitó hacia ellos.

-¡Aqua eructo! – de la varita de Alis salió un chorro de agua tan potente que los tiró al piso y tras asegurarse de que quedaran bien mojados se fue hecha una furia hacia la torre de Gryffindor.

El día entero Alis estuvo en el dormitorio mirando con recelo el diario de su madre, lo abría y lo cerraba constantemente. En alguna ocasión comenzó a leer el punto en el que se quedaba siempre, cuando hablaba de la carta de Lily y del arresto de Sirius, pero simplemente la cólera la hacía temblar.

Alis no podía evitar preguntarse ¿Qué hubiera pasado si su madre no hubiera muerto? ¿Tendría ella una familia como la de los demás? ¿Harry hubiera ido a vivir con ellos? ¿Su padre las habría dejado para cuidar de Harry?

De pronto fue como si su pecho ardiera, una bola le de colera le obstruía la garganta, su padre había sido arrestado por perseguir al asesino de los Potter, Sirius había escapado de Azkaban solo cuando se enteró que Pettigrew estaba en Hogwarts ¡CON HARRY!, si él tenía un mal sueño Sirius corría de vuelta y sin contar todos los esfuerzos que hacía por intentar ayudarlo a él, y ahora Cedric la engañaba con esa sucia... ¿qué más podía pasarle?

Por una vez en su vida Alis sintió desprecio por aquellos a los que amaba, se sintió traicionada por todos, el amor que sentía hacia las personas que la rodeaban desapareció.

Su sueño de aquella noche fue muy agitado, se encontraba con aquel hombre que salía del caldero en su pesadilla de siempre, sin embargo no se encontraban en el cementerio sino en una casa, en lo que parecía un estudio y una serpiente enorme les pasaba por los pies.

-¿Qué es lo que tienes que ofrecerme? – le decía con una voz susurrante y fría.

-La pregunta sería Mi Señor ¿Qué no puedo ofrecerle? – Alis se veía a sí misma quizá unos dos o tres años más grande, era ella y sin embargo no reconocía la expresión de su cara, ya no parecía la joven dulce y amigable de siempre en sus ojos el brillo de júbilo había desaparecido ahora sus ojos grises expresaban frialdad y la ligera sonrisa que los acompañaba era cruel como si hubiera torturado a un cachorro recién nacido –. Permítame mostrarle.

-¡Legeremens! – el hombre le apuntó con la varita y comenzó a ver en su mente como si de una película se tratara como había controlado al dragón, a la acromántula, al hipogrifo, al gusarajo y al profesor Snape, la película se paró.

-¿Le parece suficiente?

-Fascinante – decía con la misma voz fría pero llena de asombro.

-Le ofrezco todos mis dones y a cambio solo le pido una cosa – le decía ella con la voz lenta, fría y calculadora.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora