El Temor de Remus

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Hubo un repentino revuelo.

-¡Nosotros somos mayores de edad! – gritaron Fred y George al unísono.

-Si a Harry le dejan, ¿por qué a mí no? – protestó Ron.

-¡Mamá, yo quiero oírlo! – gimoteó Ginny.

-Y nosotros – comenzó Misha, pero Molly los fulmino con la mirada y se quedó callado.

-¡No! – sentenció la señora Weasley, levantándose y echando chispas por los ojos –. Les prohíbo terminantemente...

-Molly, a Fred y a George no puedes impedírselo – dijo el señor Weasley con tono cansino –. Son mayores de edad y bueno Dumbledore dejo a los muchachos a cargo de Alis...

-Todavía van al colegio y ellos... – se detuvo antes de decir algo que los dejara en evidencia con los muchachos Frost.

-Pero legalmente ya son adultos – replicó el señor Weasley de nuevo con la misma voz cansada –. Andrey también lo es y bueno ellos dependen de Alis por más que no te agrade la idea.

La señora Weasley estaba colorada de ira.

-Pero ¿cómo...? Bueno, está bien, Fred y George pueden quedarse, pero Ron...

-¡De todos modos, Harry nos lo contará todo a Hermione y a mí! – aseguró Ron con vehemencia –. ¿Verdad? – añadió con aire vacilante mirando a su amigo.

-Pues claro – afirmó Harry.

Ron y Hermione sonrieron radiantes.

-¡Muy bien! – gritó la señora Weasley –. ¡Muy bien! ¡Ginny! ¡A la cama! ¿Alis? – le pregunto Molly a punto de explotar.

-De cualquier forma – suspiro Alis –. Esta no es conversación para ellos – los chicos la miraron como si les hubiera informado que los mandaría de vuelta a casa en ese momento –. No me miren así, Molly tiene un poco de razón, vayan a la cama.

-Nosotros somos mayores que tú – se quejó Misha.

-Pero están aquí por mi culpa, y soy responsable de ustedes porque apenas tienen una vaga idea de lo que sucede aquí así que váyanse ya – les dijo con voz muy calma.

Andrey iba a reprochar, pero el recuerdo de la pelea de la última vez lo detuvo y le hizo una señal a Misha para que saliera.

-No es justo – se quejó Gavrel.

-La vida no es justa – le recordó Alis haciéndole una señal para que se fuera.

Ginny no intentó la misma maniobra que Ron porque no quería poner en evidencia a Alis, pero no obedeció sin quejarse. Pudieron oír cómo protestaba y despotricaba contra su madre mientras subía la escalera, y cuando llegó al vestíbulo, los ensordecedores chillidos Walburga se añadieron al barullo. Remus salió corriendo para tapar el retrato. Sirius esperó a que éste hubiera regresado a la cocina, hubiera cerrado la puerta tras él y se hubiera sentado de nuevo a la mesa, y entonces habló:

-Está bien, Harry... ¿Qué quieres saber?

Harry respiró hondo y formuló la pregunta que lo había obsesionado durante un mes.

-¿Dónde está Voldemort? – preguntó, ignorando los nuevos estremecimientos y las muecas de dolor que provocó al pronunciar otra vez ese nombre –. ¿Qué está haciendo? He mirado las noticias muggles y todavía no he visto nada que llevara su firma, ni muertes extrañas ni nada.

-Eso es porque todavía no ha habido ninguna muerte extraña – le explicó Sirius –, al menos que nosotros sepamos. Y sabemos bastante.

-Más de lo que él cree – añadió Remus.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora