La Advertencia de Draco

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El jueves a la hora de su primer receso Alis trataba de no pensar en lo que le esperaba en el despacho de la profesora Umbridge sin embargo en cuanto estuvo sentada frente a ella su yo interior estaba esperando lo peor.

-Esto lo hago por su bien señorita Black, ya se dará cuenta – Alis cerró los ojos y se encerró en su mente mientras el dolor le escocia todo el cuerpo con violencia, otra persona habría denunciado a Umbridge tras la primera vez que infringió el maleficio Cruciatus sobre ella y no los hubiera culpado, pero Alis había dicho que hubiera preferido someterse voluntariamente a esa tortura antes de perder a Cedric y cuando se trataba de Remus simplemente no había lugar para la duda.

Alis había decidido ya que no se dejaría doblegar, que no le daría la satisfacción a esa psicópata. Aunque tuviera que someterse a aquellas sesiones de tortura y callarlo, no dejaría que la derrotaran tan fácilmente.

Durante la clase de pociones Alis sufrió de algunos espasmos involuntarios, nada que fuera realmente llamativo, pero tampoco nada que Snape no notara, el profesor se había mantenido vigilandola esa clase en particular y mientras Alis trataba de no llamar la atención el profesor se daba cuenta de que al verter la poción en el frasco le temblaba la mano ligeramente.

¿Qué era lo que Umbridge le estaba haciendo? Por medio de la Legeremancia intentó meterse en la cabeza de la muchacha, pero Alis había levantado una barrera en el momento en el que había entrado en el despacho de Umbridge para suprimir un poco el dolor, se había encerrado en un páramo ajeno al mundo externo y se había decidido a permanecer ahí hasta que el día terminará.

Si hubiera podido decir que uno de los días de su semana fue bueno, se trató del viernes, justo a las cinco en punto se presentó al campo de quidditch y dejo los problemas en la tierra una vez estuvo montada en su escoba, había sido una grata sorpresa que Ron se presentará en las pruebas, no lo había hecho especialmente mal, pero realmente no había sido el mejor por lo que le sorprendió mucho cuando Angelina le dio el puesto, pero sin embargo le encantó la idea.

Sinceramente era la primera vez desde que habían empezado las clases que se sentía con ganas de celebrar algo.

-Yo también podría trabajar con ellos – Alis se encontraba en medio de una discusión con Gav.

-No, no vas a ser el conejillo de indias de Fred y George, si necesitas dinero puedes pedírmelo.

-Pero quisiera generar mi propia economía, ya considero que somos un lastre para ti.

-Eso es mentira, perdona si les di esa impresión, pero he tenido una semana muy difícil, la nueva profesora me tiene entre ceja y ceja...

-Escuche lo ocurrido.

-Como todo el mundo Gav – suspiro Alis –. Anda, mejor tomate una cerveza de mantequilla, no quiero que mis problemas los afecten a ustedes.

Ese día se quedó con sus amigos hasta un poco tarde, pero los dejó en plena celebración porque estaba exhausta, había adelantado todas las tareas y las pruebas la habían agotado aún más.

El sábado no fue que se levantara muy temprano sino que Ginny la despertó muy entusiasmada por la llegada del fin de semana parecía querer contarle algo importante pues se mordía el labio mientras bajaban al gran comedor.

-¿Qué pasa? – le preguntó por fin en cuanto comenzaron a servirse.

-Bueno, no hemos pasado mucho tiempo juntas desde que finalizó el curso.

-Lo sé, pero con la descontaminación de la casa y luego... bueno esta semana fue horrible.

-Sí, Umbridge es una verdadera arpía.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora