La Reserva de Dragones

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Un coche los esperaba en la esquina de la calle, que era más fea de noche que de día, sobre todo comparada con los alrededores su casa en Holford.

Alis prácticamente tuvo que ir sentada sobre Charlie pues a pesar de que eran delgados, el espacio del coche era poco para seis personas.

-Creo que debimos pedir dos coches – dijo Dumbledore cuando se bajaron frente al transitado aeropuerto al diez para las diez.

-¿Están seguros de que no podemos ir en escoba? – pregunto Alis aterrada al escuchar el silbido del viento mientras un avión pasaba muy cerca de la superficie para aterrizar.

-Estaremos bien – le aseguro Charlie.

-¿Has viajado en avión antes?

-No, pero los muggles los usan todo el tiempo.

-Los muggles tienen accidentes todo el tiempo.

Remus parecía igual de nervioso que ella mientras Charlie preguntaba en donde tenían que esperar a que saliera su vuelo.

-Te veré en un mes – le recordó.

-Lo sé, ¿Qué estarás haciendo?

-Cumpliendo con misiones, al igual que tú.

-¿Misiones secretas? – Remus asintió –. Te prohíbo que dejes de escribirme de nuevo.

-Te mandaré cartas dos veces por semana hasta que me muera.

-Que eso no sea pronto – le advirtió –. Te voy a extrañar, te quiero.

-Yo te adoro, no seas tan valiente – le pidió –. Aprenderás a aparecerte, si tu vida está en peligro huye.

-Lo mismo digo – abrazo a su tío con todas sus fuerzas.

-Ten – Remus le dio el libro que habían estado leyendo –. Comprare otra copia para mí.

-Gracias.

-Dumbledore te quiere dar instrucciones, iré a cuidar que Ojoloco no destruya nada.

-Bien – asintió aun asustada.

-¿Todo en orden? – le pregunto amable el profesor.

-Sí.

-Muy bien Alisa – le sonrió Dumbledore –. Es de suma importancia que le entregues esta carta a Faddei y solo a él antes de regresar. Sé que no debería poner este peso sobre tus hombros, pero es imprescindible que intentes reclutar a la mayor cantidad de gente, ellos confiaran en ti, haz que confíen en nosotros también, confió en que puedes hacerlo.

-Ya está – regreso Charlie –. Tenemos que pasar por ese arco de ahí – le informo –. Pero solo podremos pasar nosotros, nuestro vuelo sale en una hora.

-Excelente trabajo Charlie – asintió Dumbledore –. Charlie es tu guardián hasta el momento en el que te reúnas con Alastor, Alis, usa tu intuición para saber en quien confiar, nadie debe enterarse de esta operación ¿entendido?

-Entendido – dijeron los dos.

-Buen viaje – se despidió el profesor Dumbledore.

-Vamos a entrar de una vez – le dijo Charlie –. Sera mejor si estamos del otro lado lo antes posible.

-Pero Remus... – Alis iba a despedirse por última vez de su padrino cuando se dio cuenta de que los tres, tanto Moody, como Remus y Dumbledore habían desaparecido –. Bueno, son rápidos.

-Nosotros también deberíamos serlo, vamos.

Mientras esperan, después de haber pasado por un artilugio muy raro, Charlie mantenía la guardia y Alis retomo la lectura de la biografía de Tim. Tim quien era la persona más promiscua de la que Alis tuviera conciencia ¿De verdad los muggles hacían todas esas cosas en la universidad? ¿Y de verdad Alis había querido mandar a su irresistible novio a una? Un escalofrío la recorre de pensar en ello.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora