Celos

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Le pareció que pasaron horas hasta que vio aparecer por el vestíbulo a Fleur y Madame Maxime seguidas de Karkarov y Viktor. Ninguno se dio cuenta de su presencia.

-Bueno, cuéntame – decía Cedric cuando entraba con Harry en el vestíbulo, pálidamente iluminado por las antorchas –. ¿Cómo hiciste para dejar tu nombre?

-No lo hice – le contestó Harry levantando la mirada hacia él –. Yo no lo puse. He dicho la verdad.

-Ah... vale – respondió Cedric. Era evidente que no le creía –. Bueno... hasta mañana, pues.

-¡Diggory! – exclamo Alis, inundada repentinamente por la rabia.

-Alis yo iba a... – pero ella no esperó a que el dijera más y ante el asombro de Cedric y Harry llevada por la ira le propició una bofetada tan fuerte a Cedric que el ruido del impacto retumbó en todo el vestíbulo.

-Mentiroso – fue lo único que le dijo antes de arrastrar a Harry con ella escaleras arriba sin detenerse a mirarlo un segundo más.

Ni ella ni Harry dijeron nada hasta casi llegar a la torre, los dos estaban completamente aturdidos por los acontecimientos y sus cabezas maquinaban al mil por hora sin entender realmente lo que estaba pasando.

-¿Quién pudo poner tu nombre en el cáliz? – le pregunto Alis.

-¿Me crees que no fui yo?

-No solo te creo Harry, sino que también te apoyo incondicionalmente, será mejor que le cuentes a Sirius, voy a irme a la cama – el ambiente en la sala común era como si hubieran vuelto a ganar la Copa de quidditch con la excepción de que esta vez Alis no quería saber nada.

-¿Qué te dijo Cedric? – le pregunto Ginny en cuanto entró.

-Nada, voy a dormirme ¿sí? – dijo Alis dejando escapar un gran suspiro –. ¿Hablamos mañana?

-Claro – le dijo su amiga de manera comprensiva.

Alis no se durmió enseguida, de hecho luchó contra el sueño todo lo que pudo hasta que sin darse cuenta cayó rendida.

Estaba respirando tan dificultosamente que cuando Ginny la despertó sintió como si la hubieran sacado del agua realmente.

-¿Estas bien? – le pregunto preocupada.

-Una pesadilla – le dijo por lo bajo –. Me estaba ahogando en el lago.

-Apuesto a que el calamar gigante te sacaría – le dijo con una sonrisa afable –. Como al hermanito de Colin.

-Seguramente – le respondió tranquilizante –. Vuelve a dormir Ginny.

El domingo Ginny y Alis se encontraron con Ron sentado solo en la mesa de Gryffindor para desayunar.

-¿Y Harry y Hermione? – pregunto Alis.

-A quién le importa.

-¿Qué sucede Ron? – pregunto Ginny –. ¿Se pelearon?

-Eso no es asunto tuyo.

-Idiota – dijo Ginny por lo bajo y se dedicó a ignorar a Ron mientras desayunaban.

-Iba a escribirle a Remus para contarle lo sucedido, no me parece normal.

-¿Qué le vas a contar? – preguntó Ron – Querido Remus otra vez Harry ha vuelto a hacer de las suyas – dijo con tono de burla.

-¿Qué es lo que te pasa Ron? Harry no fue quien puso su nombre en el cáliz.

-Claro, lo que digas.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora