El Hurón Blanco

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Llegaron al vestíbulo, abarrotado ya de gente que hacía cola para entrar a cenar. Acababan de ponerse en la cola cuando oyeron una voz estridente a sus espaldas:

-¡Weasley! ¡Eh, Weasley!

Harry, Ron, Hermione, Alis y Daevid se volvieron. Malfoy, Crabbe y Goyle estaban ante ellos, muy contentos por algún motivo.

-¿Qué? – contestó Ron lacónicamente.

-¡Tu padre ha salido en el periódico, Weasley! – anunció Malfoy, blandiendo un ejemplar de El Profeta y hablando muy alto, para que todos cuantos abarrotaban el vestíbulo pudieran oírlo –. ¡Escucha esto!

MÁS ERRORES EN EL MINISTERIO DE MAGIA

Parece que los problemas del Ministerio de Magia no se acaban, escribe Rita Skeeter, nuestra enviada especial. Muy cuestionados últimamente por la falta de seguridad evidenciada en los Mundiales de quidditch, y aún incapaces de explicar la desaparición de una de sus brujas, los funcionarios del Ministerio se vieron inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.

-Esa arpía – bramo Alis molesta.

Malfoy levantó la vista.

-Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad? – dijo exultante.

-Draco – dijo Alis con una mirada de advertencia pero él la ignoró.

Todo el mundo escuchaba en el vestíbulo. Con un floreo de la mano, Malfoy volvió a alzar el periódico y leyó:

Arnold Weasley, que hace dos años fue castigado por la posesión de un coche volador, se vio ayer envuelto en una pelea con varios guardadores de la ley muggles (llamados «policías») a propósito de ciertos contenedores de basura muy agresivos. Parece que el señor Weasley acudió raudo en ayuda de Ojoloco Moody, el anciano ex auror que abandonó el Ministerio cuando dejó de distinguir entre un apretón de manos y un intento de asesinato. No es extraño que, habiéndose personado en la muy protegida casa del señor Moody, el señor Weasley hallará que su dueño, una vez más, había hecho saltar una falsa alarma. El señor Weasley no tuvo otro remedio que modificar varias memorias antes de escapar de la policía, pero rehusó explicar a El Profeta por qué había comprometido al Ministerio en un incidente tan poco digno y con tantas posibilidades de resultar muy embarazoso.

-¡Y viene una foto, Weasley! – añadió Malfoy, dándole la vuelta al periódico y levantándolo –. Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?

Ron temblaba de furia. Todo el mundo lo miraba.

-Y tu padre debería de dejar de hacer girar muggles en el aire ¿no crees? – gritó Alis poniéndole cara a Malfoy – ¿por qué no vas a buscar a alguien a quien le interese un poco más escucharte antes de que te parta la cara Malfoy? o mejor aún vuelve a insultar a los Weasley y espera a ver lo que pasa – lo empujo.

-No vale la pena Alis – le dijo Hermione mientras Daevid la sujetaba por la cintura para que no se le fuera encima a Draco.

-Te la estás buscando Draco – le gritó intentando liberarse de Daevid, Draco la miraba con triste amargura, pero a ella no le importaban sus caritas. Con él no podía dar un paso sin retroceder dos.

-Métetelo por donde te quepa, Malfoy – dijo Harry –. Vamos, Ron...

-¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? – dijo Malfoy con aire despectivo –. Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora