El espejo de Cassius

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Debían volver a Hogwarts en el autobús noctámbulo al día siguiente, escoltados una vez más por Tonks y Remus, a quienes Alis, Harry, Ron y Hermione encontraron desayunando en la cocina al bajar de sus dormitorios por la mañana. Los adultos estaban conversando en voz baja cuando Harry abrió la puerta; al oír llegar a los niños, giraron la cabeza, sobresaltados, y guardaron silencio.

Tras un desayuno rápido, todos se pusieron chaquetas y bufandas para protegerse del frío de aquella mañana gris del mes de enero. Alis no quería despedirse de Sirius. Aquella separación le producía un profundo desasosiego porque no sabía cuándo volverían a verse. Sin embargo no podía hacer más que confiar en que su padre estaría seguro y a salvo.

-Te quiero – lo abrazo con todas sus fuerzas –. Por favor, piensa con la cabeza fría.

-Y tú escríbeme ¿sí? – Alis asintió y después fue a despedirse de Andrey y los señores Weasley.

Tonks los empujo hacia la calle, aquel día iba disfrazada de mujer alta y canosa, envuelta en ropa de tweed, lo apremiaba para que bajara los escalones.

La puerta del número 12 de Grimmauld Place se cerró de golpe tras ellos, y bajaron detrás de Remus. Alis miró la casa por última vez, y tragando saliva comenzó a seguir a los demás.

-Vamos, cuanto antes subamos al autobús, mejor – dijo Tonks. Remus levantó el brazo derecho.

Entonces se oyó un «¡PUM!» y un autobús de tres pisos, de color morado intenso, apareció de la nada ante ellos, esquivando por los pelos la farola más cercana, que se apartó dando un salto hacia atrás.

Un joven delgado, lleno de granos y con orejas de soplillo, vestido con un uniforme también morado, saltó a la acera y dijo:

-Bienvenidos al...

-Sí, sí, ya lo sabemos, gracias – lo atajó Tonks –. Arriba, arriba...

Y empujó a Harry hacia los escalones; cuando pasó por delante del cobrador, éste miró al muchacho con los ojos desorbitados.

-¡Pero si es Harry...!

-Si gritas su nombre te echo una maldición amnésica – lo amenazó Tonks en voz baja, y empujó a Alis, Ginny y Hermione hacia la puerta del autobús.

-Siempre he querido viajar en este trasto – comentó Ron alegremente al subir al autobús, mirándolo todo.

El interior estaba lleno de sillas, de diferentes formas, agrupadas desordenadamente junto a las ventanillas. Varias se habían volcado cuando el autobús frenó bruscamente frente a Grimmauld Place; unos cuantos magos y algunas brujas todavía se estaban levantando del suelo, rezongando, y una bolsa de la compra había recorrido el autobús en toda su longitud: una desagradable mezcla de huevas de rana, cucarachas y natillas se había esparcido por el suelo.

-Veo que tendremos que separarnos – dijo Tonks con energía mientras miraba a su alrededor en busca de sillas vacías –. Fred, George, Alis, Ginny y Gavrel, siéntense en esas sillas del fondo... Remus irá con ustedes.

Misha, Dae, Lev , Harry, Ron, Hermione y Tonks subieron por las escaleras mientras ellos se acomodaban en las sillas, George le pasó un brazo por los hombres y Alis se recargo contra él tras hacerle llegar el dinero de cada uno a Remus quien le pagó enseguida al muchacho que tras recibir el dinero subió apresurado por las escaleras.

El autobús se puso en marcha y osciló peligrosamente. Dio una vuelta alrededor de Grimmauld Place con gran estruendo, subió y bajó varias veces de la acera, y entonces, con otro tremendo «¡PUM!», salieron despedidos hacia delante. La sillas salieron disparadas de tal forma que les costó una barbaridad no caerse, Gavrel había quedado prendado por los pelos por Alis y Ginny quienes se miraron con los ojos abiertos como platos. Alis miró por la ventanilla: iban a toda velocidad por lo que parecía una autopista.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora