Mejor Amigo

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Todoslos alumnos de Hogwarts estaban de acuerdo en que Historia de la Magia era la asignaturamás aburrida que jamás había existido en el mundo de los magos. El profesor Binns,su profesor fantasma, tenía una voz jadeante y monótona que casi garantizabauna terrible somnolencia al cabo de diez minutos (cinco si hacía calor). Nuncaalteraba el esquema de las lecciones y las recitaba sin hacer pausas mientraslos alumnos tomaban apuntes o contemplaban el vacío con aire amodorrado. Alisapuntaba monótonamente lo que les decía el profesor pues era como si les leyeradirectamente el libro de texto.    

Aquel día tuvieron que soportar tres cuartos de hora de una inalterable perorata sobre las guerras de los gigantes. Alis pensó en Misha y cómo se tomaría ese tema, quería reunirse con ellos después de la cena para saber cómo les estaba yendo en su primer día de clase.

-¿Qué pasaría – les preguntó con frialdad Hermione a Harry y Ron cuando salieron del aula a la hora del descanso (Binns se perdió a través de la pizarra) – si este año nos negáramos a prestarles nuestros apuntes?

-Que suspenderíamos el TIMO – contestó Ron –. Si quieren cargar con eso en su conciencia, Hermione...

-Pues se lo merecen – les espetó –. Ni siquiera intentáis escuchar al profesor, ¿verdad?

-Sí lo intentamos – dijo Ron –. Lo que pasa es que no tenemos su cerebro, ni tu memoria, ni su capacidad de concentración. Son más inteligentes que nosotros, pero no hace falta que nos lo recuerdes continuamente – Alis sonrió, Harry y Ron sabían que ella no los dejaría morir solos aunque se lo merecieran.

-No me vengas con cuentos – repuso Hermione, pero las palabras de Ron la habían aplacado un poco, o eso parecía cuando los precedió en dirección al mojado patio.

Caía una débil llovizna, y el contorno de los alumnos, que estaban de pie formando corros en el patio, se veía difuminado. Alis, Harry, Ron y Hermione eligieron un rincón apartado, bajo un balcón desde el que caían gruesas gotas; se levantaron el cuello de las túnicas para protegerse del frío aire de septiembre y empezaron a hacer conjeturas sobre lo que Snape les tendría preparado para la primera clase del curso. Ya se habían puesto de acuerdo en que probablemente sería algo muy difícil, para pillarlos desprevenidos tras dos meses de vacaciones, cuando alguien dobló la esquina y fue hacia ellos.

-Pero claro – dijo Ron a Alis –. Tú no tienes de qué preocuparte...

-¡Hola, Harry! – interrumpió Cho Chang que curiosamente volvía a estar sola. Eso era muy raro, pues Cho casi siempre iba rodeada de un grupo de chicas que no paraban de reír como tontas.

Alis la miró con el entrecejo fruncido y luego se dedicó a mirar las gotas de agua que caían del balcón con tanta concentración que parecía que trajeran un mensaje oculto que solo ella podía decifrar.

-¡Hola! – dijo Harry.

-Veo que ya te has quitado aquella... cosa.

-Sí – afirmó Harry –. Bueno..., y tú... ¿has pasado un buen verano?

-Sí, no ha estado mal...

-¿Qué es eso? ¿Una insignia de los Tornados? – preguntó de pronto Ron –. No serás admiradora suya, ¿verdad?

-Pues sí – contestó Cho.

-¿Lo has sido siempre, o sólo desde que empezaron a ganar la liga? – inquirió Ron con un tono ecuador que hizo reír un poco a Alis.

-Soy admiradora de los Tornados desde que tenía seis años – concretó la chica con serenidad –. Bueno, hasta luego, Harry.

Hermione esperó a que Cho se alejara por el patio antes de volverse contra Ron.

Alisa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora