La chica de los ojos vendados

Muy tarde

- ¿Estas segura? - dijo el, yo le sonreí segura.
- ¿Quien ve el futuro, tu o yo? - dije y ambos nos reímos un rato - Ten calma y deja que lo que tenga que pasar, pase.
Seguimos caminando cuando oí la voz de Judith y supe que estaba en problemas. Le avise a Oseias y corrimos a buscarla; cuando la vimos (de lejos), notamos que estaba siendo amenazada por un desconocido.
- Dame todo tu oro - dijo el hombre.
- Judith esta en problemas, vamos - le dije a mi acompañante.
Corrimos lo mas rápido que pudimos pero, justo a unos metros de distancia, el hombre clavo su cuchillo en el pecho de ella.
- ¡Judith! - dije para tomar un jarrón vació y golpear al egipcio.
El sujeto cayo al suelo inconsciente y Judith se desplomo en el suelo. Oseias y yo nos arrodillamos, note que Ikeni venia y, sin que nadie me viera, le escribí una pequeña nota y se la di. El, junto con otros oficiales, se llevaron al egipcio.
- Judith, aguanta - dije aunque ya sabia el resultado.
- Rachel... - dijo ella con su ultimo aliento - protege a mis hijos... y diles... q-que los amo.
Judith cerro los ojos y se entrego a los brazos de Dios. Oseias la cargo en sus brazos y la llevamos con su familia; Apuki fue el primero en verla.
- Imposible - dijo el en estado de shock, pude notar que unas lagrimas se asomaban por sus ojos.
- Papa, me pareció oír... - dijo Jairo entrando y, cuando la vio, quedo en el mismo estado que su padre - No puede ser.
- ¿Que esta pasando? - dijo Ana entrando también, ella empezó a llorar en cuanto vio a su madre en brazos de su amado - No... - dijo Ana que corrió a donde estaba su madre, la cual estaba siendo depositada en el suelo - ¡No!¡Mama!¡Mama, despierta!¡Despierta, por favor!
- Ana... - dije con la voz enronquecida - se fue.
- ¡No! - dijo ella rompiendo en llanto mientras abrazaba el cuerpo de su madre, Jairo la abrazo a ella para consolarla.
Se por lo que esta pasando, se lo difícil que es perder a una madre pero también se que su familia va a apoyarla. Deje que se calmara y me arrodille a su altura.
- Ana, tenemos que prepararla... - dije, ella negó con la cabeza - debemos entregarle su cuerpo a Dios.
- No estoy lista para dejarla ir aun - dijo Ana con la voz entrecortada.
Continuara...