La chica de los ojos vendados

Caballero

- Iré por el agua, tu encárgate de mis padres - dije yendo en dirección a la cocina.
- ¡De acuerdo! - la escuche decir a lo lejos.
Llegue a la cocina y encontré a Gaiyi con su hijo, ambos cubiertos de sarpullido. Puse agua en un bol metálico, tome unos trapos limpios y fui con Kyomi.
- Tranquila, todo estará bien - dije tratando de calmarla.
- No lo entiendo - dijo ella sollozando - ¿Por que los dioses no nos protegen?
- No puedo responderte a eso sin ofender tus creencias... - dije remojando el trapo con agua y limpiando sus heridas - solo te diré que, no importa cuanto ores ni que tan grandiosa sea tu ofrenda, no harán nada para ayudarte.
- ¿Cuanto tiempo durara esto? - pregunto su madre mas calmada.
- No lo se... pero no puede durar mas de un día - dije terminando de desinfectar las heridas de Kyomi, luego trate de pasar el trapo en su madre pero ella me miro insegura - Prometo tener cuidado.
Ella suspiro hondo y dejo que la limpiara; cuando termine con todos, fui a ver a mis padres y los encontré recostados en su cama con Rachel como compañía.
- Hola, hijo - dijo mi padre con la voz cansada - ¿Como esta Kyomi?
- Muy asustada, no sabe como quitarse las ulceras y el sarpullido; sus padres están igual - dije suspirando - Y ustedes, ¿como están lidiando con esto?
- Mas o menos - dijo mi madre con un gesto momentáneo de dolor.
- Limpie sus heridas y les aplique crema para que el dolor sea menor... pero eso es todo, no se que mas hacer - dijo Rachel frustrada - Luego de eso, me quede a su lado por si necesitaban algo.
- Eso es trabajo de Karoma - dije al no verla en el cuarto.
- Su hijo estaba llorando y yo le dije que tomaría su lugar para que fuera a verlo, estaba muy preocupada por el - dijo Rachel sentándose en una silla - Se me encogió el corazón al verla desesperada y no dude en ayudarla; yo no soy madre pero, si lo fuera, haría lo que fuera por el bienestar de mi hijo.
Le dedique una sonrisa alentadora y me quede en el cuarto un rato mas pero luego me fui a ver a Kyomi; muy pasada la noche, Ikeni y Bankenmut vinieron a vernos.
Continuara...