Capítulo Diecisiete

90 7 2
                                    

Antonio.-

Lo había echado perder, y lo había hecho a lo grande.

—Era tu novia —acusó la pelirroja de la que no recordaba su nombre.

—No, no era mi novia —reiteré alejándome un poco de mis amigos, ellos comprendieron que esta conversación probablemente no iría bien y se alejaron al interior de la casa.

—¿Seguro? —haciendo un puchero ella preguntó de nuevo, y comprobé que eso sólo les salía a las personas en televisión. Asentí en respuesta y ella se acercó nuevamente a mí, arrojó sus brazos alrededor de mi cuello y fue por mi boca de nuevo, sólo que esta ocasión, no recibí tan bien su muestra de afecto.

En ese mismo instante me detuve, estaba seguro de que la chica frente a mí estaba dispuesta a hacer de todo conmigo esta noche, me haría pasar un buen rato, pero ya no era lo que yo quería, lo había deseado un poco, sí, pero eso fue antes, mucho antes en la noche, cuando observé a Sofía con Omar bailar y beber sin intenciones de separarse, luego cuando abandoné mis esperanzas de que Danna se apareciera en la fiesta, entonces ella vino, me vio todo cariñoso con esta chica que ahora parecía enojada y la mirada que me había dado, decía que si antes lo había jodido un poco, mi poco progreso construido en la semana se había ido en picada en ese momento y justo ahora, si continuaba con la pelirroja lo haría incluso más. Así que retiré los brazos de la chica de alrededor de mi cuello y los puse a sus costados.

—No estoy de humor para esto —anuncié.

—Podemos ir a buscar un lugar más privado y así quizá regrese tu humor —propuso.

—No, yo, no es buena idea —agregué; ella puso sus manos sobre sus caderas y me miró enojada.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste —hablé buscando palabras para irme sin parecer un idiota—, mira, Jaqueline, no quiero ofenderte ni nada, pero justo ahora no quiero otra cosa que no sea una cerveza o ir a dormir...

—Mi nombre no es Jaqueline —interrumpió la chica.

—¿Natalia? —intenté, tratando de recordar su nombre.

—¡Eres un imbécil! —gritó, aunque su voz pasó desapercibida entre el volumen de la música y las conversaciones alrededor—, ¿sabes qué?, tú te lo pierdes

Y se fue, suspiré pasando las manos por mi cabello; en serio necesitaba esa cerveza, dejé de buscar respuestas en el cielo y bajé la mirada encontrándome con Sofía que estaba en compañía de algunas de sus amigas mirándome a un par de metros, saludó con la mano y regresé el saludo forzadamente antes de ir a buscar a mis amigos.

—¿Y tu papá? —quiso saber Daniel, Manuel se recargó en la mesa de billar en la sala de "lectura" de su padre y dejó su cerveza en el borde.

—Vallarta, creo —respondió.

—Pueden centrarse —pedí—, necesito su ayuda o sus ideas, ya que nunca me ayudan mucho —aquejé.

—Güey, tampoco es como que se te pueda ayudar mucho —comenzó Carlos.

—Exacto —apoyó Daniel.

—Si yo fuera ella simplemente pasaría la hoja, tiene un montón de tipos esperando su oportunidad para que los mire si quiera

—Eso es raro —decidió Carlos.

—¿Qué es raro? —cuestioné.

—Manuel diciendo "si yo fuera ella" —respondió haciendo comillas en el aire solo con una mano. Asentí de acuerdo.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora