Manuel & Adi - Epílogo

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Manuel.-

Hubo un momento, mejor dicho, hubo días en los que Manuel Alcántara creyó que la mejor parte de su vida había terminado, claro que en aquel momento estaba muy equivocado, pero por supuesto, para él así parecía porque cuando uno es joven y cree tener el corazón roto, en serio parece que nada a tu alrededor tiene ya sentido, y es entonces cuando crees tener un montón de conocimientos certeros y decisiones ya tomadas como que el amor es una mierda y que no volverías a enamorarte de nuevo cuando la vida te da una pequeña bofetada y te dedica una burlona sonrisa mostrándote que todo el tiempo que creíste haber tenido la razón no estuviste más que fatalmente equivocado. 

Manuel lo sabía porque cuando la vida lo abofeteó y le dedicó una burlona sonrisa para hacerle saber que estaba equivocado no pudo haberlo hecho de una manera más hermosa que como lo hizo, que fue llevando a Adilene Ibarra hasta la puerta de su casa, aquel día en que por obra y gracia de Dios decidió levantarse del sofá de la sala e ir a abrir la puerta a aquella desconocida que terminó por enseñarle el verdadero significado de lo que era el amor, de lo que significaba sentir que de verdad hubiera alguien que mereciera el título de ser "el amor de tu vida" y que... posteriormente terminó por hacerlo querer cosas que, antes sólo había querido hacer muchos años después, no cuando recién cumplió los veintidós, cosas como casarse.
—Nervioso —cuestionó mi padre deteniendo su andar frente a mí terminando de abotonar su saco, me sentí sonreír y asentí rápidamente, él me dedicó una sonrisa y asintió con tranquilidad.
—Creo que de un momento a otro podría ponerme a reír o a llorar de felicidad, no lo sé —confesé.
—Y eso que aún no la ves —intervino Alejandra con delicadeza, la miré envidiando un poco que ella ya hubiese visto a la mujer que dentro de poco se convertiría en mi esposa y a mí no me lo hubieran permitido desde ayer por la tarde—, luce preciosa Manu
—Me imagino —concordé—, ella es... tan hermosa —murmuré haciendo sonreír a la madre de mi hermana que asintió.
—Tú también luces guapísimo —agregó Alejandra en lo que parecía un intento por no derramar lágrimas.
—...Gracias, supongo; ¿está todo en orden? —pregunté, la señora al lado de mi papá asintió y me dedicó una pequeña y cálida sonrisa.
—Solo vine a asegurarme de que todo estuviera en orden —respondió—, pero claro que lo está, ya no eres un niño o el adolescente que conocí... no necesitas que te ayude con el moño o a cualquier... —antes de que Alejandra prosiguiera me acerqué a ella y la abracé, a sabiendas de que si bien ella jamás reemplazaría a mi madre, había hecho un buen intento para ser aceptada como lo más parecido a una logrando ganarse un lugar en mi corazón como el miembro que era de nuestra extraña y parchada —como Danna solía decir— familia.
—No te preocupes por nada, tan sólo tenerte aquí me tranquiliza mucho... —sonreí hacía ella apartándome un poco—, gracias
—Ya, no digas más —pidió Alejandra—, iré a sentarme antes de comenzar a llorar y no detenerme hasta la hora de la recepción
—Esa es una buena idea mi amor, ve, te alcanzo en un momento —inquirió mi padre hacia su esposa que se alejó hasta la primer banca del lado derecho de la iglesia y tomó asiento.
—...Es como sí mi madre la hubiera mandado desde el cielo especialmente para ti —me atreví a decir a mi padre que me miró con una ceja arqueada.
—Cuando creciste tanto —preguntó a manera de broma, me encogí de hombros y él colocó su mano sobre mi hombro—... tú sabes que me encantaría que tu madre estuviera aquí... se sentiría tan orgullosa como yo de ti en este momento, de ver que te convertiste en un buen hombre, que te casarás con la mujer que amas y que viera lo feliz que eres por ese hecho —asentí sintiendo que si mi papá seguía podría incluso llorar un poco—, y sé que desde dónde quiera que esté ella concuerda conmigo... sólo, felicidades hijo estoy muy feliz por ti —dijo antes de abrazarme.
—Gracias papá —alguien se aclaró la garganta cerca de nosotros y cuando noté que era Saúl supuse que el momento estaba cerca, sólo un par de minutos más y pronto la ceremonia comenzaría, la ceremonia que había estado esperando desde hace seis meses cuando le propuse matrimonio a Adi y que anoche prácticamente me había quitado el sueño.
—Están en la entrada, sólo esperan la señal —informó Saúl.
—Pues ya, que alguien las haga pasar
—¿Estamos listos? —quiso saber la organizadora de bodas que Nicole, la novia de Saúl, tanto había recomendado y que término por hacerse cargo de la nuestra.
—Sí —respondió Daniel, desde el lugar asignado para mis padrinos casi de inmediato, Antonio, Carlos y Genaro asintieron en apoyo ya que, al igual que yo, no habían podido ver a sus respectivas novias desde el día anterior—, llevamos como tres horas listos
—Entonces a sus lugares, usted también señor papá del novio, no puede permanecer en el altar durante la ceremonia —inquirió la organizadora haciendo que mi padre se despidiera y se reuniera con Alejandra en sus lugares.
—A los lugares entonces —murmuró Saúl tomando lugar junto a Antonio, sí, Saúl también terminó por ser parte de mis padrinos, supongo que eso serviría para que algún día el muchacho dejara de amenazarme y comprendiera que, en definitiva, mi vida podría irse en ello, pero Adi era lo único y más valioso en mi vida que me importaba conservar desde el momento en que abrí la puerta principal de mi casa y esa hermosa chica quedó frente a mí.
Me perdí un poco en mis pensamientos y solo se vieron interrumpidos por el comienzo de la marcha nupcial, y entonces, todo se reprodujo casi en cámara lenta, la hermosa hija de Genaro y Marlen, nuestra sobrina, entró primero a la iglesia acompañada del hijo de César, con pasos pausados y rítmicos dejando pétalos de flores a su paso, seguida de ellos, Marlen, a quién no le quedo más que acceder a ser dama de honor de Adi cuando mi prometida tuvo que usar un poco el chantaje emocional y recordarle que ella había sido dama de honor en su boda con Genaro, la razón por la que Marlen no había aceptado al principio fue porque alego no saber sí era permitido que una de tus damas de honor ya estuviese casada y tuviera una hija de casi cinco años, luego nada de eso importo cuando Adi decidió que no tendría damas de honor si Marlen no aceptaba, y claro, Marlen era partidaria de que las bodas se hacían bien o no se hacían y finalmente aceptó; siguiendo la fila de damas de honor Karly caminaba detrás de Marlen con una pequeña sonrisa en los labios que hizo que alguien a mis espaldas suspirara embelesado, y podría apostar que se trataba de Daniel seguido de Carlos que imitó su acción en cuanto Karen quedó a su vista y siguiéndolas, mi hermana por su parte, que se encontraba al final de las damas de honor caminaba con una pequeña sonrisa en los labios que se ensanchó un poco cuando miró en nuestra dirección y seguramente se encontró con la mirada de Antonio, no tuve que girarme y verlo para saber que la estaba mirando como lo más precioso en el mundo entero, además de que no me giré para verlo porque detrás de las damas de honor, mi hermosa prometida entró del brazo de su padre, controlé mis impulsos de ir e interceptarla a mitad del pasillo de la iglesia para poder besarla, simplemente me quedé en mi lugar y la miré como si fuera de nuevo la primera vez que la veía, como estaba seguro que la vería siempre, incrédulo de que alguien tan hermosa externa como internamente existiera y aún más de que ella fuera para mí. Segundos después fue entregada a mí por su padre que dijo algo que no se registró muy bien en mi cerebro ya que toda mi atención la tenía Adi que por debajo del velo que cubría su hermosa carita me dedicó una pequeña y tímida sonrisa cuando notó que no capté totalmente lo que su padre dijo.
—Te ves hermosa —dije sintiendo que la palabra "hermosa" no era suficiente; otra persona aclaró su garganta y fue cuando caí en la cuenta que tampoco noté cuando llegó el sacerdote, Adi me sonrió y se sonrojó un poco.
—Podemos comenzar —preguntó el sacerdote mirándonos con amabilidad.
—Tú luces muy guapo también —respondió Adi sonriendo tímidamente y luego mirando al sacerdote.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora