Capítulo Ochenta y Siete

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Antonio.-

El karma era un maldito bastardo, terminé de comprobarlo en cuanto Danna dijo: "tú no tienes derecho a estarme haciendo una escena de celos a medio estacionamiento". Y así era, tampoco era un machista que se la vivía celando a su pareja, nunca lo fui, nunca hasta que ella llegó a mi vida y la cambió por completo, hasta que viví en carne propia la sensación de que un tipo se le acerqué a tu mujer y tú de pronto quieres arrancarle el brazo que la rozó, sí, eso me pasaba seguido, sobre todo con el idiota de Mateo queriendo quitarme a mi Danna y con César siendo un buen samaritano y llevándola hasta Querétaro en su coche. Por Dios, claro que el imbécil seguía enamorado de ella, nadie hace un viaje en auto tan largo nada más porque sí, mucho menos si se trata de sólo un amigo, eso es para echarse en cara y cobrarse toda una vida.

—Debes sentirte revolcado en estiércol si no has comido tu peso en deliciosas alitas —opinó Manuel sentado a mi lado, dejando una servilleta hecha bolita sobre su segunda o tercera orden terminada de alitas.

—Algo así —acepté.

—Anímate —pidió—, ésta noche no eres el único soltero, Carlos y yo te acompañamos en tu dolor

—Pero tú y yo no somos solteros —intercedió Carlos brevemente.

—Ok, pero... esta noche no tenemos compañía —trató de nuevo Manuel.

—Cuando dicen eso, siento como si nuestra grata compañía no fuese suficiente —se quejó Marlen.

—Te queremos preciosa, lo sabes —respondió Manuel haciendo que Genaro lo mirara mal un fugaz momento—, a ti también te amamos —agregó mirando a Karly que estuvo a punto de decir algo.

—Ya, mucho amor —interrumpió Daniel.

—¿Cuál era tu punto? —pregunté a Manuel.

—Que debes animarte... creo

—Escucho opciones, porque sinceramente suena como algo muy difícil por hacer

—Me ayudarás a organizar una fiesta —informó bajando un poco la voz.

—¿Otra?

—Esta es por una buena causa

—Tu entretenimiento

—No, es por... el cumpleaños de Danna

—Faltan como dos o tres semanas

—Que amargado eres —se quejó Manuel cruzándose de brazos—, aun así, la iremos organizando desde ahora —decidió.

—Dile a Andy que te ayude, a ella como que le agrada eso de organizar fiestas contigo... por cierto, ¿por qué no vino hoy? —curioseé atacando mi orden de alitas que para mi gusto, estaban un tanto saladas. Manuel suspiró y se encogió perezosamente de hombros.

—Exámenes parciales, no nos hemos visto mucho estos días

—Pero hoy es viernes —murmuré.

—Lo sé, dijo que avanzaría en un proyecto con algunas amigas —agregó mi amigo—, o algo así; Genaro, ¿qué se supone que ocuparía a Andy hoy?

—No lo sé, casi no he visto a la gente que vive en mi casa estos días —respondió el novio de Marlen—, supongo y quiero creer que algo acerca de la escuela

—Algo acerca de la escuela —decidió asintiendo Manuel antes de recibir alegremente a nuestra mesera que llevaba una nueva entrega de comida.

Así que tuve que contar arena intentando matar el aburrimiento hasta que recibiera algunas noticias de Danna el sábado por la noche, pero al contrario, no fueron noticias de ella lo que recibí a eso de las cinco de la tarde, más bien, fue el nombre de Karly el que sorpresivamente apareció en la pantalla de mi celular anunciando una llamada entrante y que por poco hace que la pelota de goma que hacía rebotar en el techo de mi recámara casi golpeara mi cara.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora