Capítulo Diecinueve

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—¿Qué haces aquí? —me preguntó Manuel directamente, aún como que intentaba recuperar el color en la cara.

—Aquí estudio —contesté.

—Lo pondré de esta forma —inquirió de nuevo—, ¿por qué no estás con Danna?

—Porque, estaban en baile, y... ahora debe estar cambiándose —Manuel suspiró.

—David estaba a punto de invitarla a salir, deberías arreglar eso, sobre todo si Sofía se pone a incitarlo enfrente de medio salón

—¿Sofía lo incitó? —Manuel asintió—, ella en serio tiene problemas para no meterse en la vida de los demás —agregó.

—Creo que sólo es en la de Danna —opinó Daniel.

—Ya regreso, o los veo mañana, todo depende —dije antes de retirarme, tenía que encontrar a Danna y hablar con Sofía, lo que pasara primero.

Danna.-

—Él hablaba en serio, créeme, lo hubiera hecho pero la intromisión de Sofía lo cohibió un poco, creo que la muy zorra no esperaba eso —opinó Marlen caminando a mi lado hacia el estacionamiento.

—Pensé que tal vez ella quería que yo saliera con Antonio —murmuré.

—Nop, ella no quiere estar con Antonio, pero tampoco quiere que alguien la reemplace, sobre todo alguien como tú

—Eso es raro

—No, eso sólo demuestra su nivel de perricidad

—¿Perricidad?

—Sí, el punto es que cuando Omar se canse de ella, porque Dios y el mundo entero sabemos que Omar se cansará de ella, ella tendrá a su reemplazo que ella supone es Antonio —explicó la castaña—, esa es mi teoría

—Ese si es un gran nivel de perricidad —concordé.

—Te lo dije, por cierto, aquí viene tu amorcito, así que me voy, trae cara de pocos amigos

—No es mi amorcito —Marlen enarcó una ceja.

—Apuesto mi salario de un año a que más pronto que tarde lo será

—Tú ni trabajas

—Pero mis papás me proveen, eso debe contar como salario

—Hola, Marlen —saludó Antonio.

—Adiós, Pollo, nos vemos mañana, Dan —se despidió mi amiga apresurando su paso por el pasillo.

—Hola —saludó Antonio.

—Hola... de nuevo —una sonrisa se formó en las esquinas de sus labios, pero murió ahí mismo.

—¿Una clase interesante?

—No creo —di un paso a un lado para seguir caminando pero él colocó su brazo alrededor de mi cintura llevándome hacia él.

—¿Segura? —murmuró cerca de mi oído.

—Si quieres saber algo en específico solo pregúntalo y por el amor de Dios, suéltame —pedí.

—Por el amor de Dios, pídeme todo menos eso

—No empieces, deberíamos salir...

—Es lo que te he estado diciendo desde hace casi tres semanas —me interrumpió.

—Me refiero a salir de aquí, Andrea debe estar esperándome en el estacionamiento

—Manuel ameniza su espera

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora