Capítulo Cuarenta y Uno

71 8 6
                                    

Danna comenzó a acercarse más a mi costado de manera inconsciente y tengo que aceptar que recibí de muy buena gana la calidez de su cuerpo.

—¿No estás asustado? —murmuró sin mirarme.

—...No —respondí mirando por primera vez la pantalla. La actriz parecía preocupada y comprendí por qué cuando notó que el fantasma de un niño estaba bailando dentro de su casa.

—¿Quieres helado? —preguntó Danna levantando en mi dirección la cuchara que ella estaba usando y el pequeño recipiente.

—No me gusta el helado de queso, gracias

—¿Por lo menos lo has probado?

—No, pero su apariencia no me agrada

—Su apariencia es muy normal —objetó—, y si nunca lo has probado no puedes decir que no te gusta —sentenció segundos antes de que yo quitara el recipiente de sus manos y lo dejara sobre la mesita de centro a salvo de ser derramado. Danna me miró extrañada por un pequeño segundo, el pequeño segundo antes de que mis labios presionaran sobre los suyos con urgencia, Danna estaba sorprendida por mi repentino movimiento, estuvo tensa unos segundos, pero fue sólo brevemente, sus manos se posaron sobre mis hombros y cuando intenté convencerme de que no debería estar besándola de nuevo, fue demasiado tarde porque yo no estaba dispuesto a dejarla ir cuando una pequeña probada de sus labios sólo había logrado tentarme más; concentrándome en su labio inferior su boca se abrió para mí, dejándome ir hacia adelante, enredé mi lengua con la suya y escuchando un pequeño gemido escapar de su garganta, con mis manos aferrándose a los costados de su cintura la senté a horcajadas sobre mí antes de guiar mis manos hacia su espalda para acercarla más a mí.

Danna.-

Estuve por protestar cuando Antonio separó sus labios de los míos, pero me detuve instantáneamente cuando su boca comenzó a presionar una serie de húmedos y calientes besos sobre mi mandíbula para terminar mordisqueando el lóbulo de mi oreja y estoy completamente segura que lo que causó eso a todo mi ser fue completamente nuevo, mi cuerpo se presionó más contra él, y sus manos se presionaron sobre mi cadera antes de que sus labios siguieran haciendo un lento y realmente encantador recorrido por mi cuello.

—¡Antonio! —la voz que parecía ser de una niña hizo que mi cordura regresara, Antonio parecía igual de sorprendido que yo; así que con una velocidad que yo desconocía poseer bajé de su regazo y me senté a su lado.

—Debe ser mi hermana, tranquila —inquirió poniéndose de pie, presionó por última vez sus labios contra los míos con rapidez—, no tardo —y comenzó a caminar en dirección al recibidor de su casa.

Estaba segura que mis mejillas estaban rojas por el calor que sentía en ellas, así que traté de pensar en la película que aún se reproducía en la pantalla frente a mí.

Unos segundos después una simpática niña apareció por el mismo camino por donde Antonio se había marchado.

—Hola —saludó con la típica energía que sólo se posee cuando se es niño.

—Hola —respondí mientras la niña tomaba asiento en otro de los sofás de la sala.

—Mucho gusto, soy Daniela, tú eres Danna, ¿no?

—Sí, me llamo Danna, mucho gusto Daniela

—El gusto es mío, al fin puedo conocerte, mamá dice que Antonio siempre está hablando acerca de ti y también lo he escuchado así que sé que eso es cierto —aseveró sonriéndome, entonces noté el parecido que compartía con Antonio, tenían la misma clase de sonrisa que te hace sonreír con ellos.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora