Capítulo Cincuenta y Dos

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Danna.-

Las flores siguieron llegando a mi casa por las tardes y Antonio no dejó de llevarme cada mañana a la escuela pequeños detalles como el café recién comprado, pero cuando regresé de la escuela el viernes por la tarde con la esperanza de tener el tiempo suficiente para ducharme y arreglarme de una manera más elaborada de lo que normalmente lo hacía, no esperaba que un enorme arreglo floral estuviera esperando en la sala como había anunciado Chely apenas entré, casi sentí la necesidad de llamar a Antonio y preguntar: "¿qué demonios hiciste ahora?", en cuanto noté cuan elaborado y hermoso era.

—Cielos... —murmuró mi madre entrando unos segundos después de mí por la puerta de la cocina con una expresión aún más sorprendida que la mía.

—Señora Rinalde, no creo que estas sean para mí —opiné señalando con mi teléfono el arreglo floral.

—Señora Rinalde —repitió fingiéndome mirarme mal.

—Eres una señora —me expliqué.

—Soy tu madre, que no se te olvide —inquirió distraídamente mientras se acercaba a la mesa de centro en la sala donde el arreglo floral —que ahora yo podría apostar era para ella— descansaba, Chely se unió a nosotras pasando su brazo por mi espalda mientras ambas observábamos a mi madre mirar detenidamente las flores y luego posar sus ojos en el pequeño sobre blanco aún sin abrir. Lo tomó entre sus manos, comenzó a leer y una sonrisa apareció en sus labios.

—¿Y bien? —pregunté sin obtener respuesta—, mamá —insistí.

—Disculpa, ¿qué decías?

—¿Quién las envió?

—Tu... eh, ¿tengo que responder eso? —evadió.

—De preferencia —pidió Chely casi leyendo mi pensamiento, asentí en apoyo. Mi madre nos miró rendida y suspiró.

—Jorge Alcántara, ¿contentas? —confesó. Ok, eso era extraño.

—Pensé que no estaban saliendo —le recordé dirigiéndome a las escaleras para ir a tomar mi baño—, eso fue lo que tú dijiste —agregué mirándola, Chely ya se encargaba de mover el arreglo floral de lugar.

—Pues... no estamos saliendo —reiteró mi madre, enarqué una inquisitiva ceja—, es que es complicado

—Te recuerdo que eres mi madre y fuiste tú quien siempre repetía que no debía mentir, así que señora Pinocho, busca una explicación más creíble, mientras lo haces, iré a darme un baño, Antonio vendrá por mí en una hora —avisé comenzando a subir los escalones.

—Alto ahí señorita, en primera, no recuerdo que me pidieras permiso para salir esta noche

—Te lo pedí ayer —le recordé.

—Pues no lo recuerdo —siguió—, y dos, ahora me has hecho olvidar el número dos —se quejó—, el punto es que ya ni si quiera te veo seguido en casa Danna y no había podido avisarte que tu padre estará aquí mañana —soltó—, quiere reunirse contigo, y creo, que sería apropiado si le hablas sobre tu relación con Antonio —opinó cruzando los brazos sobre su pecho.

—Deberías considerar anotar esa clase de cosas en papelitos y pegarlos sobre el refrigerador para que no me avises de un día a otro —aconsejé recargándome en el barandal de las escaleras—; me reuniré con él —consentí—, pero no sé si le hablaré sobre Antonio... realmente no sé si quiero hablar con él —murmuré antes de terminar de subir al segundo piso para ir hasta mi habitación.

Diez minutos antes del tiempo acordado, Antonio ya esperaba en la sala de mi casa, siendo "amablemente" interrogado por mi madre, incluso creo que cuando interrumpí el interrogatorio él pudo respirar tranquilo.

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