Capítulo Sesenta y Tres

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Danna.-

Cuando mi papá me pidió ir hasta la pastelería "Tacitas de Té", que era su favorita, a comprarle una tarta de zarzamoras con natilla de vainilla en el centro no pude negarme, a pesar de que me envió más para deshacerse de mí y hablar con la abuela y con Leila, que para satisfacer su antojo. Así que, aprovechando mi visita a aquel lugar me compré una malteada de chocolate que bebí en mi trayecto de regreso al hospital, estacioné con mucho cuidado el auto de la abuela en un lugar donde pudiera recordar y mientras me aseguraba de llevar todo conmigo, el sonido de mi celular con un mensaje entrante me distrajo, dejé de nuevo mi vaso en su lugar y revisé la pantalla del móvil.

Pasé por el menú rápidamente hasta llegar a la bandeja de entrada, el mensaje más reciente era de un número que no tenía registrado y llevaba una nota de voz adjunta, movida por la curiosidad lo abrí pensando que quizá alguien había errado de número, aunque quedó claro que no era el caso cuando noté la nota de voz que esperaba ser reproducida con las palabras: "Una prueba más de que él jamás dejó de ser mío y nunca será tuyo, con cariño, Sofía."; mi corazón que aún latía pesadamente en mi pecho por todo lo ocurrido en las últimas horas se aceleró un poco cuando terminé de leer eso y cuando con tan sólo un toque en la pantalla la nota de voz que Sofía había enviado comenzó a reproducirse dejándome oír la voz de Antonio, al principio parecía que sería una plática más entre ellos, pero las palabras de Sofía tenían razón, esa conversación grabada que me había enviado era una clara prueba de que él jamás sintió algo por mí.

Esa conversación era una anticipada manera de hacerme saber que para él yo sólo fui la distracción que lo mantuvo lejos de Sofía mientras ella concluía su relación con Omar, sólo eso, a pesar de que por tanto tiempo pareció como si... como si él en verdad quisiera estar conmigo. Que estúpida había sido creyendo eso. O tal vez no, tal vez sólo fui muy ingenua, o él era un excelente actor, un magnífico mentiroso, y yo hasta ahora caía en cuenta que quizá desde un principio todo lo que había hecho por mí y para mí, lo había hecho con el fin de un día regresar con ella. Lo frustrante era que yo me daba cuenta hasta ahora, ya muy tarde para evitar tener sentimientos hacia él, los mismos sentimientos que ahora se sentían hechos añicos en mi pecho.

Quise evitar el llanto, sentía que ya le había llorado demasiado, pero fue imposible hacer que todo lo que había pasado en aquel campamento no afectara en mí ya débil estado anímico, así que dejé que las lágrimas mojaran de nuevo mis mejillas por unos minutos hasta que mi celular sonó de nuevo, esta ocasión con una llamada del número de Marlen.

Pensé en no responder, pero eso me haría sentirme mal conmigo misma, así que terminé con el teléfono pegado a mi oído.

—Hola —murmuré limpiando mis mejillas.

—Dan, que bueno que respondes, perdón por llamar pero como tú no llamaste no sabíamos si sería una buena idea llamarte nosotras —explicó Marlen—, por cierto estás en alta voz, ¿cómo está todo?

—Lamento no haber llamado, lo olvidé por completo, sí... todo está mejor

—Espera —inquirió la voz Karly—, ¿estás llorando?, tú nunca lloras, ¿por qué lloras?

—No estoy llorando

—Lo estás —acusó mi prima al otro lado de la línea—, ¿qué ha sucedido Dan?, ¿el tío Alfredo está mejor?

—Mi papá está consciente —murmuré en respuesta.

—Entonces —insistió Marlen.

—No tiene importancia...

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora