Antonio.-
Dejarla ir cuando regresamos a su casa fue de las cosas más difíciles que había hecho en la vida, no me sentía listo para dejarla regresar al interior de su casa, no cuando había pasado la tarde entera explorando, venerando y adorando su cuerpo como lo merecía.
—Te quiero tanto —murmuró con sus labios cerca de los míos antes de darnos un beso de despedida.
—Y yo a ti —respondí uniendo nuestros labios, levanté mi mano acariciando el dije que colgaba sobre su pecho con mi inicial y sonreí—, te veré mañana temprano, ¿de acuerdo?
—No tengo opción —respondió hablando por mí también, asentí de acuerdo sin separarme y ella esbozó una tímida sonrisa, ya no había mucha luz en las calles pero los faros decorativos en su calle me dejaban ver el sonrojo de sus mejillas—, gracias por todo, fue maravilloso
—Soy yo quien tiene que agradecer —interrumpí acariciando su mejilla—, ahora mi amor, por favor, entra a tu casa o si no jamás me marcharé de aquí
—Te veo mañana —dijo dando un pequeño y rápido beso sobre mis labios antes de separarse de mí y hacer su camino a la entrada de su casa con su maleta rodando a su lado— descansa
—Tú también —pedí observándola entrar a su casa y dispuesto a marcharme antes de que las llamadas y mensajes de mi madre comenzaran a llegar exigiendo saber mi paradero.
Danna.-
A pesar de que al día siguiente me levanté más temprano de lo habitual y tomé un largo baño no me sentía somnolienta o malhumorada por tener que estar en pie tan temprano. Dejando caer la toalla de encima de mi cuerpo hice una inspección visual notando las pequeños marcas que los labios de Antonio habían dejado sobre mi cuerpo, había sobre mis hombros, abdomen, en la curva de mi cintura y sobre mi cadera, incluso aún podía sentir la humedad de su boca haciendo esas pequeñas e íntimas marcas mientras murmuraba lo hermosa que era y que ahora era suya, a pesar del pensamiento que me hizo sonrojar fruncí el ceño pensando en que yo sólo había dejado una pequeña marca semejante sobre su cuerpo y era sobre su pecho. Que injusticia.
Vistiéndome rápidamente terminé de arreglarme a penas con el tiempo justo ya que en seguida un mensaje de texto de Marlen me hizo saber que ya me estaba esperando frente a mi casa.
—Cuéntame todo —pidió apenas cerré la puerta, sonreí colocándome el cinturón de seguridad y me encogí de hombros.
—No hay mucho que contar —respondí mientras ella nos ponía en marcha hacia la escuela.
—Debe haber algo que contar —insistió—, se fueron el fin de semana entero
—Le gustó su regalo —conté.
—Danna —se quejó con voz neutra sin despegar la mirada de la carretera, gracias a Dios—, no esa clase de detalles —suspiré desviando la mirada hacia la ventanilla.
—Tal vez después les cuente —decidí intentando sonar como normalmente lo haría y me puse a pensar en la tarea de Cálculo para evitar sonrojarme.
—Oh por Dios —murmuró luego de varios minutos, con sorpresa impregnando su voz, enarqué una ceja inquisitiva y ella abrió la boca aún más sorprendida, bajó del auto ya en el estacionamiento de la escuela e imité su acción, Marlen se acercó a mí con un acusativo dedo índice en alto y negó, me miró y pasó las manos por sus ondulados rizos castaños.
—Hola, buenos días —saludó Karly dejando ir a Daniel con un chico que yo reconocía del equipo de fútbol mientras nos saludaba—, ¿cómo te fue? —preguntó mirando raro a Marlen por la expresión que aún tenía.
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Mentiras de Amor
Novela Juvenil¿Qué haces cuando intentas reparar un corazón roto por tu propia cuenta? ¿Le lloras día tras día a la chica que te dejó por uno de tus mejores amigos? Porque claro, la sigues amando. ¿Sales con un montón de chicas para olvidarla? No, ninguna de la...