Capítulo Cincuenta y Tres

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—Buenas tardes —respondió él—, dejemos la formalidad Alejandra —pidió—, es un tanto extraño, después de tantos años de casados

—Y un incómodo divorcio —añadió la mujer tomando asiento frente a él, Alfredo volvió a sentarse y examinó a su ex con la mirada.

—¿Cómo estás?, ¿cómo está Dan?

—Yo estoy bien, pero supongo que con respecto a Danna tú mismo lo sabrías si no te desentendieras tanto de ella

—Trato de no hacerlo, pero ya que se mudaron a otro estado, es un poco difícil

—Ese sería un pretexto aceptable si los teléfonos no existieran —Alfredo suspiró rendido ya, a sabiendas de que si comenzaban una discusión Alejandra no lo dejaría salir ileso de eso tan fácilmente.

—Le preguntaré personalmente entonces, ¿no se reunirá con nosotros?

—No está aquí —respondió Alejandra con seriedad. La frente de Alfredo se arrugó por la sorpresa y Alejandra asintió confirmando que de verdad Danna no estaba en casa, un viernes por la tarde —casi noche— leyendo como solía hacerlo o sólo mirando malas películas de terror.

—¿Dónde está, entonces? —cuestionó cuando Chely entró a la sala dejando sobre la mesa de centro la tasa con café para Alejandra y retirándose nuevamente con rapidez.

—Se reunirá contigo mañana después de las cuatro —informó Alejandra—, pero no es exactamente por eso que te llamé —Alfredo suspiró con alivio.

—Que bueno, comenzaba a pensar que Dan estaba saliendo con malas influencias

—Al contrario —se atrevió a apostar Alejandra pensando en que Antonio estaba siendo una persona muy positiva en la vida de su hija.

—¿Entonces sobre qué querías hablar?

—Primero, no quiero que cuando salgas con ella mañana la hagas pasar un mal rato —advirtió con severidad Alejandra, Alfredo asintió de acuerdo—, eso implica no llevar a Leila con ustedes

—Pero...

—Hazlo por mi hija —pidió Alejandra interrumpiendo, Alfredo la miró entrecerrando los ojos.

—También es mi hija —respondió esperando la reacción de Alejandra.

—De eso quiero hablarte —soltó Alejandra con el timbre de la entrada principal siguiendo su voz.

—Alejandra, creí que este asunto estaba claro desde antes de que Danny naciera, yo no la habré engendrado, pero la críe, es mi niña, soy el único padre que conoce —inquirió Alfredo.

—Lo sé, lo sé Alfredo —aseguró la mujer—, y si por mí fuera, esto seguiría así, ella te adora pero no es una decisión que sólo dependa de mí

—Casi dieciocho años lo ha sido, ¿qué sucedió ahora para que eso haya cambiado?

—Señores, el señor Jorge Alcántara —anunció Chely haciendo un gesto con la mano para que el hombre de cabello negro y ojos oscuros entrara.

—Gracias Chely —murmuró Alejandra, Chely los dejó solos y Alejandra suspiró con cansancio, sólo a ella podía estarle pasando algo así. Tal vez fue nazi en la vida pasada y ahora el karma la castigaba haciéndola pasar por esto.

Alfredo presionó el puente de su nariz comprendiendo quién era el hombre que se acababa de unir a ellos.

—Déjame ver si comprendí —inquirió Alfredo con la vista en Alejandra y después en Jorge—, ustedes creen que decirle a Danna que no es mi hija será muy sencillo y esta fue sólo una pequeña plática para informarme —cuestionó impaciente.

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