Capítulo Cincuenta y Uno

85 8 9
                                    

Danna.-

El calor proporcionado por los tempranos rayos de sol que se colaban a la habitación entre las cortinas, combinados con el calor que emanaba el hombre a mi espalda fue lo que me hizo comenzar a despertar, eso y el hecho de que la pierna de Antonio estuviera sobre la mía y su brazo rodeando mi abdomen, que ahora estaba sin ser cubierto por la tela de mi pijama que en algún momento de la noche subió de lugar, manteniéndome fija en mi lugar. Quise moverme un poco, pero Antonio se movió contra mí manteniéndome quieta, con su cabeza hundida sobre mi hombro, haciéndome sentir sus cálidas respiraciones haciéndome sonreír. Tal vez morí mientras dormía y ahora estaba en el paraíso para adolescentes. O algo así.

—Déjame ir, tengo que ir al baño —murmuré moviendo un poco el brazo de Antonio que ocupaba lugar alrededor de mi abdomen.

—Mhmn, no... —respondió somnoliento—, duerme otro poco —murmuró en respuesta sin moverse si quiera un poco. Estaba a punto de intentarlo de nuevo cuando un golpeteó sobre la puerta de mi habitación me interrumpió.

—¡Dan! ¡Danny! —escuché gritar a Genaro, moví con más fuerza el brazo de Antonio— ¡Despierta, Dan! —insistió.

—¡Un minuto, no estoy vestida! —respondí.

—¿Ese es Genaro? —preguntó Antonio moviendo su pierna de encima de mí.

—Sí —murmuré en respuesta—, ahora saca tu trasero de aquí, no te puede ver —Antonio terminó de dejarme libre poniendo los ojos en blanco y saliendo de la cama.

—¿Y... a dónde voy? —quiso saber a murmullos, mirando a su alrededor.

—Yo, no lo sé... al baño —señalé.

—Ya voy, ya voy... Jesús, que mandona eres por las mañanas —se quejó pasando a mi lado, regresó antes de seguir con su camino y dio un rápido beso sobre mis labios.

—¡Dan!, ¿está todo bien? —inquirió Genaro, del otro lado de la puerta.

—Sí, ya... ya voy —dije asegurándome de que la puerta que daba al baño ya estuviera cerrada, caminé rápidamente hacia la puerta y abrí una pequeña rendija—, ¿qué sucede? —cuestioné a mi primo.

—Marlen y yo iremos al delfinario ¿quieres venir?, creo que también vendrán Daniel y Karly

—No quiero hacer mal tercio

—No lo harás —decidió Marlen uniéndose a Genaro en el pasillo.

—Lo que pasa es que... tengo asuntos que atender y quisiera seguir durmiendo un par de horas más —expliqué a la castaña con una larga mirada, ella asintió pareciendo comprender.

—Ok, perfecto, entonces nos veremos para el almuerzo Dan —inquirió Marlen tomando la mano de Genaro para alejarlo de ahí.

—Que se diviertan —deseé antes de cerrar la puerta con seguro, me recargué en ella y segundos después Antonio se asomó desde el marco de la puerta del baño.

—¿Es seguro que salga?, ¿no moriré a manos de tu primo? —negué en respuesta, acercándome a la puerta del baño.

—Sal de aquí —pedí pasando a su lado para cepillar mis dientes.

—Danna —se quejó—, ¿no podríamos sólo regresar a la cama otro par de horas como le dijiste a Genaro? —sugirió mirándome mientras colocaba sobre mi cepillo de dientes pasta dental y comenzaba a limpiar mi boca. Negué con firmeza sin apartar la vista de mi reflejo y un par de segundos después escupí la pasta enjuagando mi boca.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora