Capítulo Dieciséis

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Comencé a buscar entre mi bolso la dichosa tarjeta en la que Andrea había dejado la dirección de Manuel, tomé mis cosas de nuevo y me decidí a penas unos segundos entre tomar un taxi o llevar el auto, me decidí por el auto, esperando no perderme. Pero Deudor quería ir conmigo, y el perro era necio, así que bajé de nuevo del auto y salí a la calle esperando tener suerte y encontrar pronto un bendito taxi. Luego de diez minutos estaba por llegar a una de las avenidas cerca de casa, quizá allá tendría más suerte ya que al parecer por los alrededores de mi casa los taxis no iban. Eso realmente apestaba.

Por suerte encontré un taxi, poco después, entré en el asiento trasero y dije la dirección al chofer, aparte mi chamarra y empecé a textear a Andrea.

"Voy por ti, AHORA, hay una EMERGENCIA" envié primero.

"Más te vale estar lista, hablo en serio, amiga" envié después de que tres minutos pasaron y no llegó respuesta alguna a mi celular.

—¿Se encuentra bien señorita? —cuestionó el taxista, mi mirada se encontró con la suya en el espejo retrovisor, era un hombre como de unos treinta y tantos años y no me daba confianza, me removí incómoda en el asiento y me obligué a responder.

—Sí... sólo espero no haya mucho tráfico —espeté mirando hacia la ventanilla. Era mejor ser amable con el chofer y rogar por no terminar secuestrada o peor. Lo sé, soy un tanto dramática.

Once eternos minutos después, porque los conté, el auto estacionó en una calle aparentemente tranquila, aunque con un montón de autos estacionados en ambos sentidos de la calle, le pagué a prisa al chofer y bajé aún más rápido, un grupo de chicas entró conversando animadamente a la propiedad con el portón abierto, jóvenes en pequeños y medianos grupos dispersos por el patio delantero con vasos llenos de Dios sabrá qué en ellos y luces de color azul, rojo, morado y amarillo provenían del interior, síp, esta debía ser la casa de Manuel. Supongo que la propiedad era linda por el día y sin adolescentes ebrios por allí, el patio era extenso y rodeaba la construcción de hogareña fachada.

Caminé lo más rápido que los malditos tacones me lo permitieron, mirando alrededor en busca de Andrea, Manuel o alguien conocido.

En el interior de la casa, la fuerte música me recibió con Kesha entonando "Right Round", vaya... quien quiera que fuera el DJ, estaba inspirado. Seguí caminando por los pasillos atestados de gente sin encontrar a alguien conocido, hubo algunos hombres que miraron mi escote y me entraron esas ganas de cubrirme sin importar el calor que hiciera en el interior, no pude hacerlo porque mi chamarra no estaba conmigo, y la última vez que la había visto fue en el taxi, genial, este no era en definitiva mi día.

—¿Danna? —inquirió una familiar voz a mis espaldas, honestamente me sentía reconfortada por estarla escuchando.

—¡Marlen!, me siento tan bien de verte —externé, casi abalanzándome sobre la castaña.

—Pensé que no vendrías —recordó retirando un poco el vaso que llevaba en sus manos.

—No lo haría, pero... es un desastre, no tengo mucho tiempo para explicarte, necesito encontrar a Andrea y regresar a mi casa justo ahora

—Tranquila —pidió—, ¿quién es Andrea?, en primer lugar —cuestionó.

—Mi prima

—¡Oh!, la novia de Manuel

—Sí, ¿la has visto?

—Hace un rato, como una hora —informó—, no deben estar muy lejos, esper... —Marlen fue interrumpida cuando un chico de cabello lacio peinado "desordenadamente" con gel, más alto que ambas, y de no tan mal ver colocó su brazo alrededor de la cintura de mi amiga, creo que ella quería golpearlo.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora