Capítulo Sesenta y Ocho

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Antonio.-

—¿Antonio? —inquirió mi hermana menor abriendo la puerta de mi habitación y asomándose un poco.

—Pasa —dije silenciando el televisor, Daniela entró cargando varios libros en una pequeña pila que dejó sobre mi escritorio y luego se sentó a mi lado en la cama—, ¿para qué los libros? —pregunté pasando la mano por mi cabello.

—Son de Danna —respondió bajando la mirada—, Pao dice que ella y tú terminaron y por eso no ha venido por aquí —agregó juntando sus manos sobre su regazo—; ¿en serio terminaron? —preguntó mirándome con el ceño fruncido, lo pensé unos segundos, poco menos de lo que lo había estado pensando durante las últimas casi tres semanas, y asentí respondiendo la pregunta de mi hermana, claro que, si lo veía desde otra perspectiva se sentía como si ella me hubiera dejado a mí—, lo lamento —asentí de acuerdo y suspiré, yo también lo lamentaba.

—Sigo sin entender para qué los libros —murmuré.

—Ya que ella ya no vendrá por aquí pensé que tal vez tú podrías entregarle sus libros por mí... es que, si fueran mis libros no me gustaría que alguien no me los regresara —explicó mi hermana menor.

—Le entregaría sus libros Dani, pero ya no la veo —le respondí en medio de un suspiro antes de levantarme de mi cama.

—¿Pero por qué?, ¿tan mal terminaron?, ¿es por eso que ahora siempre estás triste? —preguntó a prisa.

—Al parecer fue a tomar unas pequeñas vacaciones con su tío —informé—, ¿te parezco triste? —cuestioné luego de unos segundos. Daniela me miró como decidiendo si responder a eso o no, suspiró y asintió haciendo una mueca.

—Pao y Adri me explicaron que tal vez es sólo el estrés de tu nueva novia, bueno, tu antigua novia, pero para mí pareces triste, creo que para ellas también pero no me lo quisieron decir —se quejó cruzándose de brazos—, ¿por qué regresaste con Sofía? —cuestionó mi hermana dejándome sin una respuesta inteligente, hace un tiempo, le habría dicho que por amor, porque creí haberla amado con el alma entera, pero ahora no estaba seguro, por imbécil podría ser una buena respuesta, pero Daniela no necesitaba escuchar mis problemas o tal vez yo no se los quería contar porque no necesitaba que otra persona más que era como mi consciencia me dijera lo idiota que había sido con Dan—, ¿en serio la quieres más que a Danna? —preguntó luego de unos segundos sin obtener su respuesta. Suspirando caminé hasta el ventanal y lo cerré.

—¿Por qué haces ese tipo de preguntas?, ¿cuántos años tienes?, ¿quince? —Daniela sonrió y negó encogiéndose de hombros.

—Sólo quería saber si es posible que quieras a, uhm, Sofía más de lo que a Dan —contestó antes de salir de mi habitación despidiéndose de mí con un pequeño abrazo.

Me dejó sólo de nuevo en mi habitación y tomé asiento frente a mi escritorio, viendo directamente los seis libros que pertenecían a Danna debidamente cuidados y ordenados por tamaño; la verdad era que, desde el día que Danna me había dejado al lado de Sofía observándola marcharse con Manuel por el pasillo me sentía de esta extraña manera, preguntándome constantemente si dejarla irse había sido lo correcto, claro que yo mismo me decía que sí en seguida, sobre todo porque ahora estaba con Sofía y quería seguir diciéndome que eso era lo que yo había querido desde que me dejó por Omar, aunque para ser sincero, ahora, luego de pasar tanto tiempo con Danna, no sabía si de verdad había querido regresar con Sofía por el amor que yo alegaba o sólo por costumbre.

Pero no podía engañarme yo mismo, a pesar de todos los intentos que hice en las siguientes tres semanas, intentando hacerme creer que estar con Sofía de verdad era lo que yo quería, no, no podía seguir mintiéndome, simplemente las cosas regresaron a cómo eran cuando habíamos estado juntos, todo tan superficial, tan vacío, tan ausente de sentimientos que me dio miedo aceptar que yo pasé así dos años de mi vida.

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