Capítulo Cincuenta y Cuatro

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—Desconocido —avisó antes de responder la llamada.

En seguida la escuché tropezar con sus propias palabras, me miró nerviosa y una irrefrenable necesidad de hacerla sentir mejor me embargó. Tomé su mano y la guie a una de las bancas más desocupadas cerca de nosotros, una que sólo ocupaba una pequeña que entretenida comía un helado de chocolate nos miró sentarnos a su lado y nos dedicó una pequeña sonrisa que correspondí rápidamente.

—César, honestamente no puedo conversar ahora —se disculpó pasando su mano por su cabello. La miré curioso esperando que ella dijera más al tal César... si no mal recuerdo, era el idiota de su mejor amigo que la besó. Se supone que si tu novia tiene un mejor amigo debías hacer algo por intentar llevarte bien con él, pero en este caso su mejor amigo estaba muy lejos de ser tolerable para mí—, sí, algo así, eso es algo que no quiero conversar por teléfono, menos contigo —hubo otra pausa que hizo a Danna fruncir el ceño—, te llamo después ¿ok? —terminó su llamada y me miró mientras mordía su labio inferior.

—César —murmuré, Danna asintió y suspiró abatida—, dime por favor que él sigue viviendo lejos —pedí haciéndola sonreír y asentir en respuesta.

—Mi papá le dio mi nuevo número —explicó acunándose contra mi costado—, es muy pronto para hacer otro cambio —se lamentó mirando el rectangular aparato.

—No tienes que hacer un cambio, puedes simplemente decirle que no quieres hablar con él o bloquearlo —aconsejé.

—Es un poco extraño —murmuró Danna—, fue mi mejor amigo por mucho tiempo, más bien, era cómo mi único amigo —no supe responder a eso, simplemente suspiré rendido por sus palabras y la estreché un poco más contra mí.

—Piensa esto —dije luego de unos momentos en relativo silencio—, me tienes a mí, ya no estás sola

Danna.-

Cuando dos semanas después de la visita de mi padre al fin teníamos una semana relativamente tranquila, en cuanto a la escuela respectaba; me encontraba en la casa de Antonio intentando estudiar para el último de nuestros exámenes parciales, el de Historia, o por lo menos eso intentaba yo, ya que él había abandonado el intento luego de quince minutos.

—Dan —susurró de nuevo, sacando mis ojos de la lectura, encontró mi mirada y una sonrisa tiró de la comisura de sus labios.

—¿Qué?

—Esto es aburrido —se quejó por décima vez.

—¿Tú crees que yo no lo había notado?

—No necitas estudiar tanto —opinó apoyando su cabeza en mi regazo—, Pablo me contó que el examen es de opción múltiple

—Hace mucho que no hablo con Pablo —recordé, pasando mis dedos entre su cabello.

—Eso me agrada, te recuerdo que él a penas te vio quería casarse contigo —inquirió indignado, me reí por el recuerdo y negué tranquilamente.

—Nunca lo dijo en serio

—Afortunadamente, y... ahora que hablamos de personas no gratas

—Pablo es grato —lo interrumpí, Antonio hizo una mueca y asintió.

—Ok, Pablo es persona grata, yo más bien quería hablar sobre César, ¿te ha llamado? —preguntó directo, se levantó de mis piernas y se inclinó delante de mí, tomando mis manos entre las suyas.

—No, no ha llamado —no desde hace como cinco días, ya que según él, yo había prometido regresarle la llamada y simplemente no lo hice. La verdad no me había disculpado con él, ya que, aunque en efecto había olvidado regresarle la llamada, Antonio prácticamente consumía mi tiempo libre y era... la verdad era una mucho mejor manera de invertir el tiempo—, pero la última vez no dejó de insistir en que tal vez debería visitarlo —compartí, Antonio entrecerró los ojos y suspiró con cansancio—, también tengo que visitar a mi abuela —agregué.

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