Mentiras de Amor

Capítulo Sesenta y Siete

—Un día los ñoños dominaran al mundo —inquirió mi tío cubriendo sus ojos con los lentes de sol de estilo aviador mientras salíamos de uno de los edificios de la universidad de Texas luego de haber hablado con su conocida y ella me diera una rápida introducción de lo que sería el semestre foráneo ya que me había perdido la plática de inducción del día miércoles; me regaló un croquis para no perderme en el campus y me dio la bienvenida deseándome el mayor de los éxitos, oh y también me di cuenta de que síp, Victor Rinalde podía estar un poco enamorado de ella. Haciendo oficial que lo había visto todo.

—Tu amiga parece parte de los ñoños que dominarán el mundo —murmuré comenzando a caminar hacia el auto que Victor había rentado para ir hasta la que sería mi casa los próximos meses; me senté en el asiento del copiloto, abroché mi cinturón de seguridad y esperé a que mi tío subiera al auto para agregar:— y a mí me parece que tú estarías encantado de que ella te dominara —Victor miró en mi dirección con los labios abiertos, listo para decir algo, pero no dijo nada, sólo regresó la vista al frente y encendió el motor del auto.

—Que atrevida, soy tu mayor y me tienes que respetar, además... ese... ese no es un asunto que voy a platicar con mi ñoña sobrinita

—Di lo que quieras, ella te gusta y yo lo sé —mi tío negó con la cabeza y puso en marcha el auto y ya que no quiso detenerse a pedir indicaciones tardó prácticamente una hora en llevarme hasta la casa dentro del campus donde los demás cursantes del semestre foráneo residirían conmigo, que más que una universidad a mí me parecía como un pequeño pueblo donde la mayoría de los habitantes eran universitarios.

—Dan, hablé con tu abuela, me cayó muy bien por cierto —agregó rápidamente— y... te estará depositando tu dinero en la cuenta que acordaron, pero por lo que me dijo, tienes suficiente como para rentar un lugar propio —dijo cuando ambos bajamos del auto y quedamos enfrente de la gran casa que me recordaba a la fachada que solían tener las casas de fraternidades de universidad en las películas estadounidenses, parecía muy linda por fuera, sólo esperaba fuera lo mismo por dentro.

—No hace falta, aquí hay una habitación para mí —respondí comenzando a caminar hacia la entrada de la casa con mi identificación de nueva alumna en mano.

—Entraré contigo —decidió mi tío caminando detrás de mí— y si no me gustan tus compañeras de casa, rentaremos algo para ti

—Victor... —dije mientras tocaba el timbre y esperaba que alguien nos atendiera—, no serán sólo compañeras —avisé, lo vi abrir los ojos con sorpresa y un momento después una señora de aproximadamente cincuenta años abrió la puerta.

La señora le aclaró a Victor que no debía preocuparse por mi seguridad ya que ella era la encargada de cuidar de los alumnos del semestre tecnológico foráneo, nos explicó las reglas que regían la casa y ya que le ofreció deliciosas galletas caseras de chocolate a mi tío, él quedó plenamente convencido de que no me pasaría nada, me ayudó a subir mi equipaje hasta mi nueva habitación y se sentó en mi nueva cama para despedirse.

—Dan, tu mamá ya comenzó a llamar —avisó poniendo en alto su celular para que yo pudiera ver la pantalla.

—No le vayas a decir, si se entera vendrá hasta acá y querrá que regrese... no quiero regresar

—Intentaré que no se ponga terca —prometió mi tío—, sólo... prométeme portarte bien, hacer todas tus tareas, alimentarte bien... —asentí de acuerdo a sus peticiones y me abrazó poniéndose de pie—, sé que será difícil pero también quiero que me prometas que vas a llorar menos

—Intentaré —murmuré.

—Mantenme informado de cómo te va —pidió siguiendo con su paternal lista—, y si llegas a tener sospechas de que tus compañeros son raritos así como seguidores de satanás o emos, te vas, buscas un hotel mientras te busco un departamento cerca de aquí, pero te vas