Capítulo Ochenta y Seis

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Danna.-

Ni si quiera mirando las frescas y hermosas rosas blancas sobre mi pupitre lograba sacar de mí el nerviosismo por lo que sucedería dentro de prácticamente hora y media y que no había desaparecido desde que anoche había hablado con César para confirmar a qué hora llegaría por mí y a dónde; nerviosismo que incrementó un poco cuándo él insistió en no perder tiempo mientras yo iba a cambiarme de ropa a mi casa y recogerme directamente en la escuela y tal vez amenazó un poco con no comportarse en cuanto el tal "Antonio Briseño" apareciera, según sus palabras.

No sé si mi nerviosismo era totalmente por eso o porque Mateo pensaba que nuestras sesiones para asesoría comenzaban esta semana; y con ese hecho mi lista de "personas no gratas" aumentó con un nombre: el del profesor de Cálculo, que había insistido en que debía ser yo quien ayudara al compañero nuevo, él sólo había dicho "Pero señorita Barces, comprenda por favor que usted es la opción más viable para regular a un alumno, la verdad creo que si sigue explicándose como lo hace, pronto podría terminar por obtener mi puesto de docente además, a usted le hará bien para asegurarse una buena calificación". Lo cierto era que yo no quería pasar una hora después de clases los viernes "explicando" como resolver funciones e integrales, pero fue algo de lo que simplemente no pude huir, así que mientras esperábamos al que alguna vez fue el amor de la vida de Marlen apareciera, estaba pensando en cómo decirle a Mateo rápidamente que nuestras sesiones empezarían hasta la semana entrante —incluso estaba pensando en mandarle un papelito, pero esa era una idea apestosa por mil razones—, en cómo agradecer a Antonio por las flores y cómo despedirme de Manuel con velocidad para que César no se topara con Antonio.

—Miren —exclamó Karly levantando su libreta en donde en una de las ultimas hojas había hecho un hermoso dibujo de un pequeño y colorido elefante.

—Quedo genial —opiné.

—¿Por qué un elefante? —preguntó Marlen con su pulgar en alto.

—Es de la suerte, ¿no?

—Oh... quedó genial —apoyó Marlen colocando una gran sonrisa en su rostro ante el dibujo de Karly.

—Buenos días jóvenes —saludó audiblemente el maestro de Geografía, el gran ex amor de Mar, entrando al salón—, Marlen, buen día —eso distrajo la atención de Marlen llevando su mirada desde su celular escondido en su regazo hasta el maestro que le dedicó una sonrisa que no supe cómo interpretar y por la mirada que puso mi amiga supe que ella tampoco.

—Ah... buenos días —murmuró Marlen en respuesta regresando su mirada al móvil.

—Raro —murmuró Karly a mi lado, asentí de acuerdo aún sorprendida por el pequeño comentario hecho en ese tono tan extraño, pero lo dejamos pasar en cuanto el hombre comenzó a hablar sobre los cultivos que tendríamos que hacer para nuestra calificación final.

—Mira al amor de mi vida —dijo Marlen en voz baja mostrando hacia mí la pantalla de su celular donde de primera vista se podía divisar a Genaro sonriéndole a la cámara—, por Dios, este hombre es tan hermoso

—Hermoso —rio Karly contagiándome.

—Lo es —aseguró Mar con seguridad.

—No creo que sea un término muy masculino —murmuré mientras el maestro comenzaba a pasar lista.

—Guapo se escucha como indebido, le queda corto —explicó Marlen con una pequeña sonrisa antes de regresar la atención a su teléfono.

—Por favor, calma —le pidió Karly antes de que el maestro empezara a pasar lista, dejé de prestarles un poco de atención ya que mi nombre seguía siendo de los primeros en ser mencionados.

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