Capítulo Setenta y Dos

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Danna.-

—¿Cómo te sientes? —preguntó Karen entrando a mi habitación con un par de botellas de agua en la mano, me entregó una y se sentó a mi lado.

—Como si hubiera rodado en estiércol —respondí aclarándome la garganta y subiendo el cierre de mi sudadera.

—Sí... luces como lo hacen las personas en resident evil antes de ser un horrible zombi —la miré dudando de si eso era un insulto o sólo una manera de describir como me veía—, pero en bonito —agregó cuando notó mi mirada.

—Pensé que Edgar nos acompañaría —murmuré sacando mi libreta de Cálculo para empezar con la mitad de los ejercicios que me correspondía hacer para la siguiente semana.

—Ni me lo recuerdes —pidió Karen—, creo que antes de irse a la fiesta de Saúl quiso organizar un show porno en su habitación —informó fingiendo estremecerse—; yo sólo quería pasar a su habitación para preguntarle si quería venir a estudiar antes de que se fuera y... ahora jamás olvidaré esos sonidos Dan —se quejó mi amiga dejándose caer sobre mi cama—, me atormentarán toda la vida —aquejó haciéndome reír, lo que era extraño, se sentía raro estar riendo luego de tanto tiempo, lamentablemente eso sólo hizo que el dolor de garganta que había estado sintiendo desde que llegué a casa aumentara—, por Dios, Dan, creo que Saúl te pegó algo con ese beso que te dio

—Cómo crees —dije recuperándome del pequeño ataque de tos—, ni si quiera fue un beso real

—Si sus labios se tocaron, fue un beso real —decidió mi amiga—, vamos, quiero ir por algo de comer antes de empezar con lo de Cálculo —anunció poniéndose de pie.

—Pero tengo frío —me quejé.

—Estás loca, estamos como a cuarenta grados, me estoy asando

—Creo que enfermaré en cualquier momento —respondí tomando de mi escritorio mis llaves y mi cartera, finalmente yo también necesitaba algo de comida en mi sistema para comenzar con los ejercicios de Cálculo. Pero Karen y yo sabíamos que eran para la siguiente semana así que nos demoramos un poco en regresar después de que obtuvimos nuestra comida ya que también queríamos que cuando regresáramos a casa Edgar ya pudiera atendernos sin hacernos público de show porno.

Casi llegábamos al porche de la casa cuando Nicole, y su amiga que creo se llamaba Ashley aparecieron frente a nosotros.

—Tú... —señaló Nicole mirándome, suspiré con cansancio y Karen a mi lado alborotó un poco su cabello con la misma expresión fastidiada que yo—, Danna Barces —si esto hubiera sido en otra situación, probablemente me hubiera reído un poco de lo raro que sonaba su acento pero esta vez ella parecía un poco desesperada y su cara se veía enrojecida como si hubiera estado llorando.

—Nicole —musité en voz alta.

—Nada de Nicole —interrumpió su amiga Ashley—; cómo te atreves a besuquearte con Saúl, sabiendo que... que son novios

—En realidad no lo son —intervino Karen—, y él la besó a ella

—Oh tú tampoco digas nada niña —reanudó Ashley, Karen enarcó una ceja y espero que la muchacha que hacía a los palillos lucir gordos siguiera hablando—, ambas sólo nos han causado problemas desde que decidieron hacerse amiguitas de Saúl y de mi Iván

—Ya salió el peine —murmuró Karen—, sabes qué, si lo quieres, quédatelo —decidió mi amiga—, a mí ni me gusta

—Danna yo en serio pensé que eras sincera y que solo querías a Saúl como amigo —dijo Nicole decidiendo hablar—, pero después de esta tarde no sé qué pensar

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora