Capítulo Noventa

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Cuando llegué a la biblioteca, simplemente sentía que todo el mundo era mejor ahora, estaba dispuesta a hablar y aclarar todo con Antonio por la tarde, estaba dispuesta a regresar con él, porque sinceramente tenía ya suficiente de no poder estar con él, simplemente se me habían acabado los argumentos para negar lo que sentía por el hombre, y sí, estaba dispuesta a aceptar sus disculpas y dejar que el agua corriera.

—Me agrada verte sonreír —apuntó Mateo mirándome fijamente unos segundos, finalmente su sonrisa se amplió un poco más y se recargó en el respaldo de la silla que estaba ocupando— es sólo que, te hace lucir más bonita, disculpa si es que parece atrevido de mi parte

—No, no te preocupes, gracias... supongo —respondí alejando el cabello de mi cara y tolerando la tentación de anudarlo en un despreocupado moño, no, si hacia eso, Marlen me culparía por arruinar el perfecto alaciado que ella esta mañana había ayudado a crear con mi cabello.

—Creo que estoy comprendiendo un mejor tus explicaciones que las del maestro —reanudó Mateo moviendo en mi dirección la libreta con algunos ejercicios que el maestro había sugerido sería una buena opción para resolver en nuestras sesiones, acercando la libreta a mis ojos comprobé sus respuestas con las mías y asentí satisfecha, si el muchacho avanzaba rápido podría despreocuparme de las asesorías muy pronto.

—Excelente —animé—, sólo falló uno, con los signos —le expliqué señalando el único ejercicio que había resultado erróneo. Resoplando Mateo frunció el ceño y asintió.

—Odio tantos signos en un solo ejercicio, oh y, de nuevo, muchas gracias, probablemente ahora mismo podrías estar haciendo cosas mucho mejores que estarme explicando a mí los temas de Cálculo

—No hay cuidado

—Y... pensaste mi oferta —preguntó borrando sobre la hoja y mirándome brevemente.

—¿Lo del gimnasio?

—Ajá

—Sí, un poco... —me encogí de hombros y pensé que realmente no sería una buena idea, no si yo pensaba regresar con Antonio, sabía que no podía dejar de hacer cosas sólo porque a él le molestaban, pero tampoco quería ganar unas cuantas rondas de discusiones sólo porque sí. Quizá podría buscar otro gimnasio.

—¿Y... te animarás?

—Tal vez en unos días, cuando al fin esté al corriente en todas mis materias

—Sí, eso sería bueno, te quitaría un montón de estrés

—Probablemente me anime —decidí en ese momento, dispuesta a no dejar de hacer cosas que me llamaran la atención sólo porque el hombre que probablemente sería nuevamente mi novio en unas horas más se fuese a molestar.

—Listo —avisó Mateo entregándome de nuevo la libreta, la miré de nuevo con atención y asentí.

—Perfecto, eso es todo por hoy —decidí mientras guardaba mi libreta y Mateo imitaba mi acción, saliendo de la biblioteca en su compañía y escuchando la historia de cómo había obtenido su tatuaje en el hombro, la cual no era muy impresionante, caminamos hasta salir al estacionamiento.

—Supongo que te veré en un rato —murmuró él llevándose la mano hasta su nuca, pareciendo un poco nervioso.

—Sí, no olvides tu pase, Marlen y Karly se sienten orgullosas de esos pases y no permitirán la entrada sin ellos —informé.

—No lo haré —prometió.

—Entonces... es todo, nos vemos allá, conduce con cuidado —dije a punto de dar media vuelta y quitar el seguro de mi coche para salir de ahí, lo estaba haciendo, casi lo lograba hasta que su mano sujetó mi brazo y su mano libre sujetó mi cintura haciéndome girar de nuevo hasta quedar frente a él completamente cuerpo a cuerpo, mirando como si de cámara lenta se tratara, su cara acercándose a la mía—; Mat... —mis palabras fueron silenciadas por sus labios haciendo presión contra los míos y simplemente no supe cómo reaccionar, sólo me quedé ahí con él de frente dándome la vista de cómo sus pestañas estaban a nada de tocar sus pómulos, y eso no estaba bien, estaba peor que mal a decir verdad, yo jamás le di alas a este hombre, y cuando no se separó en seguida de mí, supe que debía manotear un poco para que me dejara ir antes de que intentara darle una de las patadas que mostró en la clase de defensa personal.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora