Capítulo Veintiséis

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Danna.-

Iba tarde el lunes por la mañana, vaya manera de empezar la semana.

Mi cabello aún estaba húmedo y estaba segura de que me había puesto la playera al revés, así que lo más rápido que pude caminé primero hasta el baño de mujeres para corregir mi error de vestuario y sí... tomar aire con olor a desinfectante para luego ir a mi salón a sentarme por siete horas hasta que pudiera salir y regresar a casa para seguir durmiendo.

Estaba saliendo del baño de mujeres cuando la voz de un hombre musitó mi nombre.

—Danna —giré instantáneamente y me sorprendió mucho al punto de casi tropezarme con mis propios pies encontrarme con Omar a unos tres metros de mí—, ¿no vas algo tarde a tu clase?

—Voy en la tolerancia, así que si no te importa... —afortunadamente mi voz logró salir de mis cuerdas vocales pero sonó un poco temblorosa y él interrumpió mi frase con una risa fingida.

—Perder una clase no es la gran cosa, Dan —opinó.

—Lo es para mí —y por qué me estaba diciendo "Dan"

—Siempre tan... ¿niña buena? —cuestionó acercándose. Controlé mi impulso por correr agitando los brazos llena de pánico y sólo retrocedí un pequeño paso.

—Es cuestión de opiniones

—Sabes Dan, un pajarito me contó que tú y Antonio no andan muy bien que digamos, y... estaba pensando en que tal vez tú y yo podíamos hablar sobre cómo te sientes, soy bueno escuchando a las personas, aunque tengo otros talentos —presumió guiñándome un ojo. ¡El muy imbécil!

—Podrías mostrarle tus talentos a tu novia, yo no tengo interés alguno

—Uy, ¿te preocupa mi novia?, no debería preciosa, ella no es problema, ni si quiera se va a enterar

—Buenos días —intervino Manuel—, Danna —agregó inclinando un poco la cabeza.

—Hola Manu —casi susurré, estuve a punto de aferrarme a su brazo y no soltarlo hasta llegar al salón.

—Buenos días, Manuel —respondió Omar.

—¿Nos vamos? —preguntó el pelinegro ofreciéndome su brazo el cual tomé agradeciendo a todos los santos que conocía—, ¿o necesitas hablar algo más con él? —negué y Omar se aclaró la garganta.

—En realidad eso es asunto mío y de ella, Manuel

—No te estaba hablando a ti —contestó mi amigo.

—¿Qué pasa aquí? —cuestionó la seria voz de Daniel que estaba acompañado por una chica de mi estatura, cabello rizado de color castaño que observaba la situación con una sonrisa.

—¿Karly? —preguntaron Manuel y Omar al mismo tiempo.

—Ou, ¿me echaron de menos? —cuestionó la chica, le dirigió una sonrisa amable a Manuel y luego miró a Omar con desdén—, apuesto a que tú más —sugirió—, sobre todo mis lindos comentarios sobre tu finísima persona

—...Sobre todo —respondió él—, nos vemos luego, supongo

—¿Tienen pase? —preguntó Daniel, negué al a par de Manuel que después abrazó a la chica de cabello castaño— tienen que contarme qué sucedía —decidió—, pero será después, ahora vamos muy tarde

—Tranquilo amor, sólo son unos segundos —inquirió la chica que ahora sostenía su mano.

—¿Cuándo regresaste? —le preguntó Manuel.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora