Capítulo Noventa y Tres

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—Buenos días Dan —saludó Sofía.

—Eran —murmuré—, ¿qué se te ofrece?

—Nada, sólo quería saludarte, decirte que te ves bien hoy —enarcando una ceja y suspirando cansadamente conté hasta tres para no perder mi paciencia con ella.

—Sí, gracias... ¿algo más?

—Tómalo con calma Dan —pidió echando su cabello hacía atrás sobre su hombro—, en serio me parece que te ves muy bien, como si el hecho de que tú y Antonio ya no estén juntos te haya servido un montón para el semblante, y cómo no, la verdad me da mucho gusto que hayas sido tan inteligente como para no regresar con él, después de todo lo que te hizo —cobra con un moño atado alrededor, pensé de nuevo en cuanto escuché aquello, desafortunadamente mis pensamientos no impidieron que mi corazón se sintiera nuevamente desprotegido ante la mención de aquellos recuerdos—, después de todas esas veces que te falló, como cuando te dejaba a ti por estar conmigo, en aquel trabajo en equipo para ciencias de la salud —recordó—, en el campamento a mitad de la noche para cuidarme, fueron un montón de veces para una sola persona, ¿no?

—...Sí

—Hola Antonio —exclamó dirigiendo su mirada a otro punto que no fuera yo, gracias a Dios, eso me dio tiempo para intentar respirar profundamente y no dejar que todos esos sentimientos tan tristes se plasmaran en toda mi expresión, no le daría el gusto esta vez.

—¿Qué hacen? —cuestionó Antonio con seriedad, levanté la mirada y lo encontré mirándome con preocupación.

—Sólo... recordando —respondió Sofía—, ya sabes, lo extraña que fue su relación durante casi todo el semestre pasado —explicó.

—¡Hola Da...n! —saludó Carlos bajando su voz cuando notó a Sofía y a Antonio presentes—, y a todos —añadió deteniéndose a mi lado.

—Hola —murmuré en respuesta mirándolo.

—Hey, hablé con Karen, y me pidió que te contara algo... ¿te parece si te cuento camino al salón? —asentí sintiendo que Carlos merecía ser canonizado por sacarme de aquella situación sin hacerme hablar, mi voz se hubiera roto en cualquier momento de haber intentado decir algo más luego de que Sofía encontró mi más grande herida, escarbó en ella, quitó esos pequeños puntos que yo había colocado a marchas forzadas y exprimió un limón con sal sobre ella.

—Sí hablé con Karen —reanudó Carlos luego de que unos buenos metros nos separaron de Antonio y Sofía.

—Me da gusto —admití haciendo que él sonriera.

—Dijo que Saúl consiguió el libro que le pediste buscara para ti, y que lo envió a su casa hace poco así que no debe tardar en llegar a tus manos

—Oh... el libro —recordé cayendo en la cuenta que tampoco había hablado con Saúl sobre ese asunto, debía agradecerle ya que ese libro era el que muchos maestros recomendaban estudiar para pasar bien el examen de ingreso a las universidades—, y Saúl le dijo que ella me dijera —cuestioné confundida.

—Sí, eso me causa molestia —aceptó Carlos——, por qué le habla a mi novia —riendo un poco supuse que debía aclararle eso a Carlos para no hacerlo sufrir.

—Nicole, la novia de Saúl, estaba yendo a la casa para tomar clases de español y practicarlo, supongo que le fue fácil pedirle ese favor a tu Karen ya que él no tiene mi nuevo número —expliqué.

—De igual forma, debería limitarse —opinó mientras entrábamos al salón, saludó a Marlen y a Karly y fue a tomar asiento a donde acostumbraba. Saludé a Daniel con la mano antes de sentarme.

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