Capítulo Noventa y Siete

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Antonio.-

—Supongo que aquí nos despedimos —supuso Marlen mientras nos deteníamos en el estacionamiento.

—Pues sí, nosotros nos vamos, nos veremos el lunes —inquirió Karly—; ¿estás más tranquila? —preguntó hacia Danna mientras se despedía de todos.

—No... pero lo superaré, supongo —respondió Dan en medio de una pequeña y cansada sonrisa.

—Lo harás —afirmó Karly—, descansa, nos veremos el lunes —repitió antes de marcharse con Daniel hacia el auto de mi amigo.

—¿Te veo después, ok?, lamento mucho lo que pasó, de verdad, pero también te agradezco, creo que necesitaba que alguien le bajara un poco los humos —Danna asintió ante las palabras de Genaro y la escuché suspirar antes de responder.

—No lo lamentes y... cuando quieras, supongo

—Llevaré a Adi a su casa, ¿puedes ir con Danna? —cuestionó Manuel deteniéndose un momento a mi lado.

—Claro —cedí de inmediato.

—No tardaré mucho así que... date prisa —aconsejó mi amigo antes de marcharse hasta donde Adi esperaba.

—Te diría que te acompaño, pero... supongo que esto tiene que ser entre ustedes así que me voy, a menos que quieras que me quede —ofreció Carlos con una bromista sonrisa en la cara.

—No gracias, estaremos bien —respondí.

—Nos vemos el lunes, suerte —inquirió antes de marcharse hacia su auto—; adiós Manu, Adi, y Danna

—Adiós Charly, saludos a Karen —contestó Dan.

—Te veo en casa, ¿de acuerdo?, tenemos que hablar seriamente —advirtió Manuel a Danna.

—Pero... cómo en casa, que no...

—Irás con Antonio —avisó Manuel.

—En realidad tú puedes ir con tu hermana —interfirió Adi—, yo puedo tomar un taxi

—Nada de eso —decidió Manuel.

—Ve con Manu —decidió Dan hablando con Adi—, te veré después y lamento que hayas visto eso, generalmente no pasa, de verdad —Adi rio por lo bajo y asintió con tranquilidad.

—No te preocupes, yo hubiera hecho lo mismo —aceptó Adi.

—Entonces, nos veremos después

—Con cuidado —murmuré antes de que mi amigo se marchara con Adi, dejándome, técnicamente a solas con Danna. Ambos permanecimos en silencio por un par de segundos y justo cuando estuve a punto de hablar escuché su voz.

—Si tienes alguna otra cosa que hacer, puedo ir en un taxi —dijo mirando sus manos entrelazadas a la altura de su vientre.

—No seas ridícula, vamos —respondí sacando las llaves del bolsillo de mi pantalón y colocando mi mano sobre su espalda para guiarla.

—Sólo pudiste haber dicho, no te preocupes, yo te llevo —murmuró quejándose en cuanto abrí la puerta del copiloto para ella.

—Sube Dan —pedí acercándome a ella acorralándola entre mi cuerpo y el auto.

—Ya voy, sólo... gracias por darme espacio —ironizó moviéndose en el pequeño espacio hasta que estuvo dentro del auto, cerré su puerta y rodeé el coche.

—Cinturón —murmuré mirándola y dándome cuenta que ya lo tenía puesto. Ella enarcó una ceja y se cruzó de brazos sin decir nada más en todo el camino hasta que estacioné frente a su nueva casa.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora