Las muertes nunca habían sido algo bueno para asimilar para Taehyung. En su niñez, había perdido a su madre por enfermedad, un perro, y dos pequeños hámsters. Las tres repentinas ausencias habían cavado agujeros en el corazón del castaño, que ahora con veintidós años, había dejado vacíos donde debían haber fortalezas.
Las heridas, a su parecer, nunca habían sanado. Y juicio propio, solo se había vuelto más frágil de lo que deseaba. Supuso que era normal, que ahora siendo un adulto se acostumbraría a lo que era la vida después de la muerte, pero, encontrándose acurrucado en el suelo de su balcón, en la mitad de la noche, llorando la muerte de su novio Seok aunque ya hubiera pasado un año, se dio cuenta de que nada dentro de él había cambiado.
Acallando sus lloriqueos, ocultó el rostro entre sus piernas.
Todo, en los últimos tres años, se reproducía en su cabeza. Kim Seokjin había sido un chico asombroso, con millones de cualidades y habilidades que habían dejado impresionado al simple y sencillo Taehyung cuando lo había conocido.
Había sido en un día de caluroso verano, mientras corría a sus clases de primer semestre en la universidad, más tarde que nunca. El pequeño resorte que sostenía su cabello (En aquel año un poco más corto) se había safado dejando a libre circulación todo el desorden que tenía por cabello. Así que sintiendo pequeñas hebras enredarse en sus ojos y boca, se había obligado a detenerse y buscar el insolente resorte. Un chico alto, apuesto, de piel porcelana, con una barba sensual y cuidada, se encontraba en la puerta del bloque sosteniendo la pequeña liga con los dedos.
Todo había resultado tediosamente cotidiano hasta que sus ojos se encontraron.
«Oh, ¿Es tuya? Pensé que se le habría caído a alguna chica» había dicho el pelinegro, con una sonrisa en sus labios regordetes y definidos.
«Bueno, te has llevado una sorpresa, la gente no piensa normalmente que una liga le pertenezca a un chico» había respondido el castaño, con la respiración agitada. Y de allí, los encuentros casuales y las sonrisas cordiales habían reventado una burbuja de curiosidad en ambos, que después de un mes de conocerse, habían comenzado a salir.
Kim Seokjin tenía muchas cosas en común con Taehyung. También estudiaba Artes Plásticas, y era un genio con el origami y la escultura. Las manos del hombre eran grandes y hábiles, y siempre habían maravillado a Taehyung.
Le complementaba en muchas cosas, el fuerte del castaño había sido el arte con barro, y aunque era bastante bueno moldeando con las manos, cuando le daban un pedazo de arcilla u hormigón, y un pequeño martillo y un pico; se hallaba completamente desorientado. Seokjin había mejorado sus notas cuando se había dispuesto a enseñarle, y en compensación, Taehyung había instruido al hombre en todo lo que había podido ayudarle.
Su primer beso había sido cuando, escapando de la lluvia después de una cita, ambos se habían resbalado en el pantano y se habían lastimado la espalda baja al caer. Ambos, riendo como idiotas, habían unido con parsimonia sus labios disfrutando de su torpeza.
Seokjin había sido mejor en muchas cosas que Taehyung: cocinaba de maravilla, era bueno combinando ropa, dibujaba mejor, su redacción era perfecta, y era un ser humano dulce y abnegado.
En medio de su llanto, Taehyung se preguntó si la muerte siempre se llevaba personas han maravillosas. Y joder, que aún no creía cuando le decían que su muerte había sido un suicidio. Taehyung lo conocía: Seokjin amaba su vida, amaba su profesión, tenía aspiraciones que no le dejaban dormir por las noches y estaba rodeado de gente que lo amaba. ¿Cómo una persona con todas aquellas cosas había decidido un día solo acabar con todo? Habiendo pasado todo ese tiempo, odiaba con todo su ser el saber que su certificado de defunción había sido explícito en la palabra "suicidio". Era, simplemente, algo inaceptable e insoportable para Taehyung.
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Control «KookTae» ©
FanfictionEn medio de la preponderancia y el saudade, Jeon Jungkook y Kim Taehyung se conocen. Si el dicho dice que los opuestos se atraen, en definitiva no aplica con ellos, y trae, como consecuencia, un enfrentamiento que sin fundamento los involucrará en u...