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Mientras Jeon Jungkook hacía bocetos en su bitácora de trabajo, una nota se deslizó con suavidad en su escritorio impulsada por unos dedos temblorosos. Parpadeó un par de veces antes de detenerse, soltar su lápiz y subir la mirada hacia el tímido Hoseok que pretendía darle un anuncio. El chico, sin conectar la mirada con él en ningún momento, salió disparado de la oficina con el corazón a mil y en sus oídos, Jungkook solo lo siguió con la mirada hasta que salió del cuarto y se dispuso a leer la nota que le había traído el chico.

«Ya llegó el pasante sustituto de Jimin Sunbae, y está subiendo»

Jungkook respingó entonces, y dirigiendo su mirada hacia el fondo del pabellón gracias a las paredes de vidrio, notó que el ascensor estaba subiendo. Quizá era el chico.

Luego miró su escritorio, y maldijo entre dientes levantándose y organizando un poco todos los documentos que aunque había puesto con cuidado de no estropear el lugar. En definitiva no se veían bien. Guardó su bitácora, llevó su taza limpia a su estante indicado, y se apresuró en arreglar un poco su cabello y organizar sus lentes redondos. A sus oídos llegó el pitido que indicaba la parada del elevador en su piso, y volvió a su asiento para cruzar los brazos sobre el vidrio de su escritorio y poner su expresión neutra de siempre.

Se decidió en no mirar hacia fuera, quizás sería descortés parecer el tipo de persona que esperaba tan ansiosamente su llegada.

Aunque ya se había comportado así antes, con cierto castaño de cabello largo. Sacudió su cabeza.

No, no iba a pensar en eso. Había tenido, hasta ahora, un día tranquilo teniendo al chico alejado de sus pensamientos. Ya nada cambiaría, todo había llegado a un desenlace, no valía la pena.

No valía la pena.

¿Verdad?

La puerta de la oficina se abrió, y Jungkook levantó la mirada con lentitud observando al chico que entraba, pareciendo inseguro y algo nervioso. El ceño del hombre se frunció mientras lo detallaba: su cabello era negro, sus ojos pequeños, su mandíbula cuadrada, su nariz algo grande y pulida, labios rosados y con el superior menos carnoso que el inferior. Se veía bastante joven, y ahora tenía sentido el por qué Hoseok lo había mencionado como un pasante. A su edad―la cual no parecía ser más de diecinueve― no podría tener mucha experiencia.

Jungkook se puso de pie cuando el chico lo miró, y entonces continuó analizándolo: era un poco más bajo que él, parecía limpio y ordenado con la camisa blanca y los pantalones oscuros que llevaba. Sus manos parecían cuidadas y no tenían alguna señal de suciedad. Mientras más cerca estaba, más lograba aprender.

Usaba loción, de aroma fresco y ácido. Tenía que cuidar de su piel, porque sus poros eran perfectos.

―Buen día, mi nombre es Kwan Dong-Yul. Soy el pasante enviado desde la Universidad de Artes de Corea. Estaré las próximas semanas como el sustituto del co-editor Park Jimin. ―comenzó a decir, poniendo una expresión abnegada y agradable en su rostro―. Por favor, cuide de mí. ―terminó su presentación e hizo una leve reverencia con el torso.

Jungkook ladeó un poco su cabeza, sin dejar de mirarlo, y asintió.

Aunque el chico pareciera nervioso, en definitiva no era tímido. No se había sonrojado, ni su voz había temblado hasta ahora.

Parecía fuerte.

Le hizo recordarse a sí mismo el primer día de trabajo. Su actitud había sido la misma: condescendiente por ser novato, pero de semblante valiente y dispuesto.

―Bienvenido, Dong-Yul. ―dijo Jungkook, cruzándose de brazos―. Soy tu Sunbae, Jeon Jungkook. Trabajarás conmigo a partir de ahora. ― terminó, correspondiendo su reverencia solo con la cabeza y de una forma más corta.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora